jueves, 28 de abril de 2011

seis



6

La vejez es una desgracia.


lunes, 25 de abril de 2011

grgrgr


Como les dije, empezaba a trabajar en un liceo, profesor de lenguaje. Profesor: un trabajo al que siempre le hice el quite y que me llevó a estudiar periodismo. Profesor1: poseedor de una vida proletarizada, último eslabón de la cadena y destinado a tapar los baches del sistema educativo. Profesor2: aquel que por negligencia, necesidades, ignorancia o candidez (vocación) ingresa a los residuos de la escuela normalista para impartir normalidad desde las escuelas.

jueves, 21 de abril de 2011

Un paseo por la corte de jabba the hut

Anoche, luego de la triste derrota de colo colo, salí con una amiga desde plaza ñuñoa a bellavista para bailar un rato en el jumming, una disco así como rasta que es del agrado de esta chica.
yo nunca había ido y al principio (a eso de las 12 y media), como no había mucha gente me pareció un lugar agradable. Nos pusimos a bailar, pero estábamos estratégicamente cerca del baño y pasaba todo el rato gente cerca de nosotros. Fome, aunque eran chicas igual las que pasaban, de modo que uno podía recrear la vista, pero mi afán era más bien autista y la música -una especie de regeaton arragamufineado- era charcha.
Ahí fumamos un cañito que hicimos a medias con unos muchachos que aportaron lo café y nosotros lo verde. después nos fumamos otro que hice yo nomás. Esa parte fue entretenida y bailamos re bien mientras se llenaba la pista.
Luego aparecieron los personajes. Primero un señor en silla de ruedas eléctrica (de esas que se mueven con un joystick) y gorrito rasta, que se movía por la disco, mirando el trasero de las damas, haciendo como que baila y bolseando marihuana; una gorda amiga de mi amiga con no sé que cahuín imaginario que no quise entender y un gordo ceboso acompañado de su séquito. Mi amiga, que vio mi perplejidad al ver la actitud prepotente del gordo al circular por la pista, me dijo que ese gordo es el que mueve toda la hierba de esto.
Es Jabba de Hut, pensé inmediatamente, aunque por lo fuerte de la música tuve q repetirle tres veces el chiste a esta niña y una vez que entendió, explicarle que hablo de la masa gorda de la guerra de las galaxias, que vive en Naboo, planeta natal de los que caminan por el cielo y que murió a manos de la hermana melliza de Luke (en provocadora tenida de dos piezas).
Pero lo gracioso de esto no es Jabba sino la corte, el mono chico y alado que se ríe, la ternura y la pena del cuidador de la bestia cuando es liquidada por los aliados de la fuerza (que nos demuestra que por más horrible que sea un lugar, el cariño es capaz de infiltrar hasta los espacios más sórdidos), los mercenarios dispuestos a pelear a la primera provocación, las mujeres bellas y dispuestas y todo el mundo de apariencias que circula en las escenas que se dotan a si mismas de espacios de poder. La corte. Pasó en la Francia de Luis XVI, pasó en la volá Hardcore cuando era chico, ¿por qué no iba a ocurrir en el jumming?
Esa fue una de las primeras impresiones serías y ya la cosa pintaba mal. Al rato le dije a mi amiga que nos cambiáramos de lugar para bailar porque estabamos pegados al baño y a la pared y yo quería mirar algo más que un muro y gente pasando.
Nos movimos a un lugar más desocupado, pero que quedaba a un costado... del otro baño. saludamos a una manga de artistas que con sus atuendos exigían respeto. Este hijo de puta (de unos 35 años) no le ha trabajado un peso a nadie y viene a pedir mi respeto mirándome con sorna por venir con zapatos y camisa "como" si viniera saliendo de la pega. ¿qué saben estos raperitos de trabajo y de hardcore? me dio pena por su vida y por sus madres, pero no la suficiente como para decirles nada, que sigan con sus pobres vidas.
Cuando estábamos bailando ahí cerca del baño de hombres, mi amiga me dijo que en verdad a ella le cargaba esta música, pero que iba (bastante) porque se va en la volá bailando sola y que le convidan hierba, que aquí la hierba es libre (risas), que se pone ahí como en el medio, aunque ahoritas no iba allí porque está muy lleno. Insiste en lo de bailar sola, como si el mundo no existiera, cierra sus ojos y se pone a bailar. yo la quedo mirando sin entender mucho, unos dos minutos. Los artistas del respeto me miran y se ríen, comprendo que hago el ridículo y que no comprendo sus códigos. No conozco a nadie y voy a dar un paseo por la disco.
El paseo fue más bien breve, bastó una vuelta para constatar mi propio hastío y fui a buscar mis cosas. hago el gesto de la paz a mi amiga como signo de que me voy para que se quede bailando piola, está en lo suyo y yo estoy apestado, de modo que lo mejor es separar caminos, pienso.
ingenuo.
la chica en cuestión me da un abrazo y me pregunta que me pasa, que porque estoy enojado, le digo que no me enojo pero me incomoda la situación, que para estar solo tengo mi casa y que prefiero irme. ella me dice que la voy a dejar tirada y me río, porque resulta que conoce a casi todos en la fiesta, es como la anfitriona, podría decirse. da lo mismo si los conozco o no, replica sagaz, hoy día salimos juntos y eso es lo que vale, me dice mientras toma sus cosas y me acompaña hacia la puerta.

martes, 19 de abril de 2011

cinco

5

Con mi familia tampoco es que seamos amigos, vivimos juntos y el trato es cordial, que viene del latín /corda/ y significa 'cercano al corazón'. Es que la casa no es estrecha y los horarios son diversos así que ni nos vemos, cada uno en sus asuntos y felices.

Tengo la idea de que Pablo alguna vez estuvo enojado conmigo, un par de años, cuando yo vivía en otro lado. Pero nunca lo tuve muy claro ni lo conversamos.

Como dice Fuguet, es complicado hablar de la familia. Novelar con el asunto, hacer/contar historias propias que también son de otros, 'de otros' en ese sentido patrimonial que solo la familia puede arrogarse.

Cuesta no sentirse delatando, haciendo público lo íntimo, destruyendo.

Para tranquilizarme pienso que escribir es también una forma de enfrentar el miedo, y pienso que fundamentalmente temo a lo que no conozco. A esta familia que no conozco y que me asusta. No mis tres compañeros de viaje, con quienes al menos concordamos en no jodernos la pita como gesto de camaradería.
Temo a esa otra familia, la de mi padre muerto hace años. Idealizado, muerto y enterrado.


Además, para ser sincero, no es el viaje eterno por el desierto o la patagonia. No es atravesar los iuesei de costa a costa durmiendo en moteles sacados de Hitchcook. No es el viaje en el que dudas del avance enfrentado a un entorno que no cambia. Vamos a ver a la abuela muerta, o muriendo, a la desconocida abuela moribunda, o muerta.

Llegamos a Talca, $753 pesos el litro de 97. El verano que se retira, frío como de polerón.

lunes, 18 de abril de 2011

tres


3

Salimos como a las dos de la mañana en la camioneta de mi mami, una Nissan Pathfinder blanca del año 2000 de la que Odette ha sido su única dueña. La paloma llama cariñosamente al vehículo. Tiene ella un extraño sentido de la fidelidad.

La idea era llegar bien temprano para volver como a las 11 y estar de nuevo en Santiago en la tarde para ir a trabajar. Los jueves entro a las cinco y veinticinco en el liceo.

El compromiso es no quedarnos dormidos, por eso dormimos un rato antes de salir. Pésima estrategia, salimos muertos de sueño para viajar toda la noche. Viajar de noche en auto es distinto de hacerlo en el día o a irse en bus, ni falta que hace decirlo, pero he viajado poco en auto así que ir sentado en el rol de copiloto con la carretera libre de tráfico resultó para mi una novedad muy somnolienta.

El bus es más azumagado. Tengo recuerdos de resacas morales tremendas en máquinas de nocturnos regresos.

Felizmente las distancias impiden que esto sea otra novela sobre el viaje y la familia.

Pablo, que así se llama mi hermano, manejó Hasta Talca. En Talca la bencina es más barata. callados en la noche sin luna, viendo chocar los mosquitos en el vidrio, ni música pusimos. Todo era doble vía, letreros y luz con filtro amarillo.

domingo, 17 de abril de 2011

cuatro

4

Cuando íbamos a la altura de Talca fue que paramos en una gasolinera. Pablo estaba cansado ya de manejar y era el turno de mi mami. Pablo no quiso ni ir al baño, Odette bajó a mojarse la cara y tomar un café para lo que quedaba de noche y recorrido. Yo también bajé al baño, pero no tomé café porque me pareció que los precios eran inmorales.

Es cierto que eran las 3 de la mañana y que dónde iba yo a sacar ramitas que bajonearan, pero lo cierto es que no me interesa pagar tanto dinero por tan poca comida.

Cuando seguimos el viaje ya Pablo estaba durmiendo. Buscamos alguna radio y al rato encontramos la Pudahuel. En un momento Odette me dice que trate de que nadie me vea fumando cuando estemos en Los Ángeles, le digo que obvio y pienso en el caño y medio que ando trayendo y en las posibilidades de indagar los recovecos del hospital, un hospital que desconozco pero imagino antiguo y lleno de patios con hojas cayendo de arboles de otoño. imagino el crujir y el olor de las hojas, junto a la gruta y una pequeña parroquia en la que si es que se muere mi abuela y la velan, podría cumplir mi cometido.

También pienso que tuve suerte, porque los porros están buenos y eso que no había nadie en el pasaje y tuve que comprar en la última casa, a la que le tengo menos fe porque siempre hay un guatón culiao que es hijo de la señora que vende y los corta por la mitad para quedarse con el dinero. Pero no fue el caso, estaban grandes y tóxicos, una delicia para el paladar.

Pero quedaba uno y medio, no era mucho como para hacer alarde. Vamos pasando Linares.

sábado, 16 de abril de 2011

dos

2

pedir permiso para viajar, preparar sanwichs, huevos duros y bebidas. La idea es no gastar. Basta con los peajes y la bencina. Es que además no sabemos por cuanto tiempo vamos, como estará la abuela, si será verdad que está muriendo. Es que como nunca hablamos.

jueves, 14 de abril de 2011

work in progress

prescriptum.

yo quería que esto fuera un reportaje. pero la historia de mi familia, de esta parte de mi familia, no es tan entretenida como para eso.

1

Esa noche llegué a mi casa como a las nueve de la noche, venía del liceo en el que apenas empezaba a trabajar, muy a mi pesar, motivado por las deudas que acarrea mi familia. Mi madre, mi hermano y yo debemos mucha plata, estamos endeudados.

Yo ya sabía lo que pasaba, tenía que ser algo grave para que me llamaran al trabajo, digo. Era mi abuela. La mamá de mi papá estaba muriendo. Mi papá murió hace diez años. 

Decir que desde entonces no nos vemos sería exagerado, pero casi. Más bien se podría decir que son parientes. Desconocidos borrosos en recuerdos de infancia y campo.

-Tómalo con Andina, dijo David Joel, mi tío, el día de la muerte de mi padre.

No es que les tenga rencor, de hecho no entiendo bien porque escribo en plural cuando hablo de... eh... ellos. Los conozco tan poco que apenas los distingo.

La cosa es que mi abuela Rosa Amelia se está muriendo. Ella vive en Los Ángeles. Santa María de Los Ángeles. Los pagos de mi papi, donde quería que echar raíces. Tierra. La escuela para contador, la cancha en el bajo, el mausoleo de la Sociedad de Socorros Mutuos de Obreros de Los Ángeles, la plaza de Antuco con su barco incomprensible en plena cordillera, la siesta en Chacayal.

Venía llegando del liceo. teníamos que ir a Los Ángeles, con Odette y mi hermano.

lunes, 4 de abril de 2011

peda

sentado en los pastos del peda / evadiendo las horas de permanencia / en esa sala de profesores enfermos / en los pasillos elevados que retumban / en la cotona blanca que me cubre.