miércoles, 29 de agosto de 2007

Agua va


Con tanto amor como puedo transito,
digo recorro,
pero nada es distinto,
como cuando te asomaste a esa ventana:
tenemos motivos para esperar el olvido,
para recorrer el encierro
y transitar esta igualdad eterna;
devanándose los sesos
in inconstantia contans,
he aspirado con fuerza el olor de tus rosas enfermas,
en la dulce quimera de pensar en verano
mientras cae la helada.

A solas con un ritmo



Las hormigas nunca duermen,
La telaraña es resistente a estas materias;
El pegamento de estampillas agasaja las cucarachas,
Es imposible estornudar con los ojos abiertos
y un cocodrilo no puede sacar la lengua.

lunes, 27 de agosto de 2007

El cable de poder


En este momento atravesamos turbulencias que se suman a los problemas tecnicos antes y en numerosas ocasiones descritos. A nuestra adorable clientela pedimos comprensión. De todos modos la vida sigue siendo un juego en miniatura. Abrazos.

lunes, 20 de agosto de 2007

Tensa calma vencido

En eso estaba mirando las nubes cuando aparecio mi madre. Creyendo que dormía se instalo a mi lado.
-¿Que necesita? pregunté áspero, suficientemente hastiado y ebrio como para apoyarme en las polleras de mamá.
Me dijo que nada, que quería acostarse conmigo un rato, debe estar un poco aburrida, pensé.
Entonces dije que las extrañaba, que lo vivido estos años no lograba salir de mi cabeza, que los recuerdos me persiguen. En verdad sólo dije que extrañaba y me dormí en serio.

jueves, 16 de agosto de 2007

Sudoku soy

Abstracto, arabigo, atómico, ordinal, complejo, compuesto, concreto, cósico, cuantico, decimal, deficiente, de guarismo, digito, dual, entero, fraccionario, imaginario, impar, irracional, llano, musical, plural, primo, quebrado, real, redondo, romano, simple, transfinito, aureo, amigo, recíproco.

miércoles, 15 de agosto de 2007

No tan distintos



Cansadito de escribir y no me escriban (yo escribo si lo haces). Me tomo un descanso y reparo en que soy un flojo del demonio. Supongo que en eso no somos tan distintos. Conocí una vez una casa llena de gatos y espejos y queques de paragua. La señora había muerto tal vez a causa de los gatos, perdiendo el olfato primero, lo que le impedia percatarse del orin tan pasoso del felino. Luego perdió la vista y al poco tiempo murió. Por ese entonces habrían pasado un par de meses. Aún olia. La cama estaba rodeada de espejos, me pregunto si la señora esa se masturbaba o traía gente para fiestear. Me pidieron que no durmiera en esa cama, que fue justamente lo que hice, aunque lo de menos fue dormir. Habían muchos discos de Abba, me imaginaba esas fiestas, pensaba en que lo único que no perdió la vieja era el oído, y escuchar eso, bueno, cada loco con su tema. Lo del queque aquel fue verídico y edificante, poco antes de emprender el largo viaje de regreso. Nunca olvidaré esas tortugas y conejos en las nubes.

martes, 14 de agosto de 2007

A lo que iba.



-Por ejemplo, si un tipo mata a varios esquizofrénicos, de esos que tienen múltiples personalidades, ¿puede ser acusado de genocidio?

domingo, 12 de agosto de 2007

Minimo Común (Parte tres)

Parte tres: señales de ruta.

Si supieras lo que han sido estos años. Lo primero fue intentar rescatarte, pero pronto me percate de que no eras prisionera sino de mi incapacidad de hallarte. Regresé en busca de materiales para optimizar la operación, a saber: la camioneta, unas linternas, tres escopetas del doce, dos revólveres Colt y un Smith & wesson; seis cajas de municiones para cada fierraje; tres machetes, cuatro juegos de servicio, tres cajas de petardos, un set de cocina, dos kilos de charki y varias provisiones extra. En eso estaba cuando llegó la policía preguntando por ti.
-¿Tiene pensado huir a algún lado?- inquirió presuntuoso el sargento, al ver la camioneta lista y montada en la adaptación que debí operar en la máquina original para poder reducir todo lo necesario.
Les explique lo que había sucedido y me pusieron bajo custodia. Los detectives dijeron que te había desmaterializado, tras haberte empleado irresponsablemente en un loco experimento. Carabineros señaló que mi interés real era la elaboración de un arma y que en medio de mis oscuros propósitos y como prueba evidente de una mente perturbada no encontré nada mejor que ocuparte como conejillo de indias.
Yo avanzo por el desierto, pongo el oído en la pura circulación, en el funcionamiento del motor, el aumento de las revoluciones por minuto y el lubricado friccionar de los pistones, otorgando paso a lo que se nos viene, sin destino.

Éramos unos niños para la convención científica en Valdivia; todos se burlaron de nosotros, los muy ingenuos, ¿te acuerdas? Que estábamos obsoletos, y por ende los términos de nuestra investigación estaban errados, que era retroceder casi un siglo en el desarrollo tecnológico, y que era un chiste. ¿Te acuerdas de las bromas, cuando dijiste eso de las posibilidades de recorrer el universo en un perro? Como ladraba ese auditorio. Sin embargo, pese a la vergüenza y los problemas, supimos mantenernos unidos y desarrollar en silencio nuestro trabajo.

A veces en las noches oscuras, ya tarde, escribo junto a la ventana y temo que alguien rompa el vidrio y me acribille, o que simplemente este allí, al otro lado, mirando, tan visible para mi como viceversa. Entonces imagino mi cara de espanto y ni a palos miro la ventana; prefiero seguir recordando y conduciendo.

FINAL DE LA TERCERA ENTREGA DE MINIMO COMUN.
PRONTO CONTINUA.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Minimo Común (Parte dos)

PARTE DOS: Donde continua el periplo -según la brujula- al norte.

Demás está decir que no hay cine en este mundo sub microscópico, de modo que sólo podía recordar las viejas secuencias y decirle una y otra vez al buen negro Sam que las toque de nuevo, digo, A kiss it´s just a kiss y esas cosas...
La camioneta ya era vieja cuando nos conocimos, ¿recuerdas? fue en invierno, ¿te acuerdas de ese año?
-¡Ven y sacúdemela tú!- gritó en un oxidado castellano a una tropa de monicongos que pasaba en un curioso vehiculo con ínfulas bastante sofisticadas, que con el claxon saluda su verga a favor del viento y ríe, por primera vez en mucho rato y piensa que en la carretera sus actos se ven seriados, las necesidades se reducen en cantidad y se amplían en el tiempo, ocupando en definitiva todo el espacio en su mente; viajar es un ejercicio abrumadoramente cotidiano, a no ser que se cuente con Corin Tellado o Sandokan, o alguna historieta para hojear y luego compartir, porque de eso se tratan muchas veces los viajes. De todos modos, aquí no había nada, ni nadie, nadie más que aquel impasible can, un lebrel de trigos deslavados del que os daré adecuada cuenta más adelante, si que lo haré. Por ahora que os baste con saber que aunque el perro tiene muchas virtudes, no sabe leer. Vaya uno a saber si sea para mejor.
Además del perro y los monicongos del vehiculo turquesa, hace tiempo que no trataba con nadie, pero al menos tenía la radio.
-Sintonizó casualmente una emisora de rancheras, que no cambió hasta perder la señal. Las señales de radio, si bien perceptibles, eran bien frágiles. Luego halló tres radios evangélicas para entonces dar con un noticiario. Puso al más moderado de los pastores, aunque a volumen bajo y con las ventanas de la Ford roja del setentaysiete abiertas. Atardecía, aunque no por eso hacía menos el calor; un calor seco. El sol le entraba por las heridas que aún conservaba en la cara y se sentía un poco hediondo. Cambió la radio, apareció una canción antigua, a propósito de Todas las fiestas del futuro, por Velvet Underground. Sonrió de nuevo y pensó que podría volverse una costumbre. Su rostro parecía aliviado, sin duda asistiría a una gran fiesta, aunque no podía fiarse de sus resultados. Ella estaba tan lejos, los años la habían vuelto tan inalcanzable. Pensaba en el joven Werther y en lo estupido que se veía conduciendo por el desierto sumido en tamaña irresolución.
¿Y si no fuera cierto que está más allá? porque sólo se trata de un dato; todo este viaje no tendría sentido. Nunca debí dejarla partir sola; debí vaticinar que el más mínimo error de cálculo supondría enfrentar descomunales distancias y desconocidos enemigos en el sólo afán de encontrarte en el universo diminuto.
Es un milagro que el aparato de la vieja Ford, una casetera AM-FM captara a esta escala las señales de radio del mundo en que fue construida; el mundo humano del que provengo. Supongo que por eso es que nunca oigo los noticiarios.
Para escuchar las emisoras de estos parajes microscópicos –que también las hay- se requieren unos aparatos similares a mi vieja casetera, pero –supongo- programados para otras frecuencias. Aún así, no era extraño, al pasar a servirse un trago a un bar lleno de criaturas de diversa índole, algunas de estas bien similares a las caderosas mujeres de calle Mapocho, oír versiones de sonoros éxitos de Marco Antonio Solís en algún imbricado idioma, lo de las lenguas fue uno de los grandes problemas con que había debido lidiar en estos años.
-uf. Es tan complicado todo ahora. Supongo que creerá que le falle, que por mi culpa quedó a la deriva y ha debido valérselas por sí sola, que la mire ahora, que ya nada queda de la inocente niña enviada por mis caprichos a un mundo de barbarico y desconocido, y que aún así había impuesto sus términos. Que lo cierto es que yo nunca la quise, y todo fue una trata para librarme de ella, que soy muy torpe o que los años en la cárcel son muy poco en relación al martirio que ella ha vivido.

FINAL DE LA SEGUNDA ENTEGA DE MINIMO COMÚN
PRONTO APARECE LA TERCERA, NO TE LA PIERDAS.

lunes, 6 de agosto de 2007

Minimo Común (Parte uno)



Líquidos percolados o algo peor se ha acumulado por años en los pulmones. Tal vez el tono ronco y húmedo de su voz se deba a eso, claro, también hay que contar el tabaco negro del diablo, sin considerar su caspa. Lo único cierto es que su garganta y su faringe eran un par de cañerías viejas. Vaya uno a saber de los estragos en su mente.
Sin embargo, no era la similitud entre su cuerpo alma y una cloaca lo que le preocupaba bajo la tarde de Febrero.
-Mala fecha para estar de cumpleaños, pensó antes de subirse a la vieja Ford colorada para fumar su paraguayo y continuar la búsqueda, acercarse al menos era la consigna. Había estado dos días en ese pueblo y aún le quedaba un largo viaje hacia el norte.
-Tengo que convencerla, pero porque habría de escucharme; no nos vemos hace por lo menos ocho años, desde esa mañana en el Tugurio Angol, cerca de la bomba de bencina y el taller mecánico. Llovía como si alguien pagara por ello.
-El hombre sufre porque quiere lo que no tiene; para evitar el dolor, hay que liberarse de los deseos egoístas- fue lo último que te oí decir con ese grave aire metafísico que te sale a veces. Tomamos una malta y quedamos de reunirnos en la tarde.

Nunca tuvo muy claro que fue lo que pasó. Una conjugación de hechos funestos, una mala pasada de los astros, tal vez desiciones erróneas, formaron esta perfecta cazuela corrosiva de la que no quiere ni acordarse ahora. Que mierda. Todos estos años pensando en que pudo ser distinto, pensando en la pequeñez y sin embargo en la inmensidad de la distancia originada por un ligero error de cálculo.
-Debí prestarte más atención cuando me venías con eso de los sueños, de los malos sueños y las apariciones espectrales que algo debían significar, que eran tan reales que no concebías que no estuvieran ahí; que los cálculos experimentales debían ser muy precisos, que era riesgoso separarnos, que porque no mejor sólo un viaje. Pensar que me creía el experto y todas tus ideas tenían más sentido que mi conducta torpe.
Por esos días todo era turbulento, los sueños tormentosos no impedían el progreso de nuestro trabajo, pero temíamos dormir, y por ende todo se nos confundía un poco. Por lo demás, a medida que crecía el miedo, crecía también mi sed- recordaba con un dejo de tristeza mientras conducía silente.

A veces debía detener sus pensamientos para parar a hacer pichi. Debido a las cicatrices en su rostro, estaba incomodo por el exceso de luz solar y la indecisión con la que enfrentaba el destino del viaje de tal modo que finalmente no podía pensar ni conducir tranquilo. Se decidió a detener la Ford a un costado de la carretera, en un recodo con vista al desierto, inmenso desde esa perspectiva, menos que diminuto a escala humana. Imagina que así como los esquimales saben distinguir muchos tipos de blancos en su gélido entorno, los naturales de esta zona deben distinguir muchos más amarillos y cafés de los que pienso yo. Porque al nombrarlos notas la diferencia y marcas divisiones donde no las ves, digo, en este caso, la palabra hace al objeto, o más claramente, su distinción.

-"El hombre sabio no orina contra el viento"- recordó de soslayo, de modo que debió mear mirando hacia la carretera. Mientras no pasen delegaciones de monjas o japoneses no habrá problemas.
Pienso en Humphrey Bogart. Si hay algo que realmente extraño desde los nefastos sucesos ese julio, además de ti, son las películas antiguas. En la cárcel fue poco el cine que pude ver, y desde que salí, mis esfuerzos han estado enfocados en encontrarte.


FIN DE LA PRIMERA ENTREGA.
NO TE PIERDAS LA PRÓXIMA APARICIÓN DE MINIMO COMÚN, MUY PRONTO.

miércoles, 1 de agosto de 2007

El hombre del planeta gol (parte I)



Lo único que sabiamos, y de historias contadas por viejos era que algún día iba a regresar, y que para entonces tuvieramos presente que el area es su habitat y el gol su alimento. Cuando apareció, traía un traje que disimulaba mal el largo viaje hasta nuestras baldías tierras, sin embargo, junto a Domae, mi esposa, no ibamos a percatarnos de ello hasta años después. La recepción fue austera, por una parte, no hubo anuncios sobre la llegada de un nuevo mesias de las redes, y por otra, a estas defraudadas alturas, la novedad desataba no mucho entusiasmo.

aún así, ver la llegada de una nave de otro planeta no es pan con huevo. No se parece en nada a algo que uno alla visto antes, como que se quema un poco parte del entendimiento, algo a lo que uno siempre se resiste y quiere salir corriendo lejos, o tararear alguna melodia, que es casi lo mismo a que nadie se acuerde de uno, o que no sepan quien se es, bueno al cabo, quien lo sabe. Afortunadamente y aunque el precipitado aterrizaje de la nave me pilló por sorpresa, llevaba mis gafas de sol, en verdad impresindibles desde el inicio del colapso de nuestra enrarecida atmosfera. Las gafas se habían vuelto "implementos de primera necesidad", un producto escaso y por el que se paga mucho dinero, tal como el gol. Gracias a las gafas pude ver todo lo que ocurrió en ese momento, de otro modo el resplandor con forma de huevo no solo me habría impedido ver lo que miraba, sino que me habría cegado total y definitivamente.

Según cuentan los antiguos, el hombre venido del planeta gol es resultado de un doblez de tiempo que produjo una replica en otro lugar del espacio de toda una civilización basada en la información genética un eximio goleador chileno vendido al extranjero, desaparecido en misteriosas circunstancias. Para mi, mi esposa y el común de los mortales eso era sólo una leyenda, una historia para niños asustadisos y viejos en trajes antirradioactivos predicando el apocalipsis, pero ahí estabamos, abrazados mirando avidos el objeto que cayó a unos 40 metros del granero.

Nunca pensamos que eramos instrumento de... bueno, como con Domae nunca pudimos tener hijos, tomamos la llegada de Humberto como una bendición de los dioses y decidimos mantener el silencio. Desde ese día criamos al pequeño llegado en el ovoide del espacio, como si fuera un hijo propio, aunque desde el comienzo mostró una sorprendente predilección por la pelota y las papas fritas.