viernes, 27 de marzo de 2009

derechito al infierno, con audio de los fiskales y sumo.


para los tiempos que corren,
instintos extraños son listos
acarreando decepción, pero
no cante, hermanito
si sabe, no cante,
mejor aplane el asfalto,
preparado, si sabe
escuche, recuerde.

(desorden para mi jardín,
desorden para verme más feliz)

para correr con los tiempos
de botellas que encienden las penas
no cante compañero,
y aunque caiga un muro y se levanten diez,
haga como el litre que sabe
y no canta, pues lo saludan
orejas prestas de ahogo y cariño en sangre.

(lo entendido es lo que no entiendo)

Ante esos focos,
es mejor hacerse el ciego,
no vaya como las moscas,
si ha de correr para los tiempos,
el sitio; la miel,
con los pies por delante
y la boca llena de hormigas;
no cante de los gritos, mejor
camine a otro tiempo,
la noche es la musa que se venga.

(y devolvimos todo, y nos sentimos mal)





domingo, 15 de marzo de 2009

apaga la tele


Los medios de comunicación son la herramienta para anestesiar a los seres humanos, engañarlos y destruir sus vidas. Su exponente más perjudicial es la televisión, con contenidos nulos en formación o en difusión de cultura.
Fantasía tentadora de Babilon, droga dañina y somnífera. Esa señal propaga ambición, violencia y demencia.

viernes, 6 de marzo de 2009

los niños palestinos

por José Steinsleger
La Jornada

La primera intifada (levantamiento, agitación) de Gaza y Cisjordania empezó en 1987 y acabó en 1993, con los Acuerdos de Oslo y la creación de la Autoridad Nacional Palestina, engendro político favorable a los gángsters que gobiernan Israel. Las piedras habían sido el arma principal de la resistencia en los territorios ocupados.

La segunda intifada empezó el 28 de septiembre de 2000, cuando frente al cadáver de Mohamed Dura en los brazos de su padre, llevó a los niños a pensar que la figura protectora por excelencia, poco y nada podía hacer para protegerlos. El 22 de julio de 2002, luego que un avión F-16 destruyó su vivienda matando a su madre y sus hermanos de cinco y seis años, Jihad Hwitti (14) cambió de vocación: sería kamikaze, en lugar de médico.

Durante la conquista del far west, los indios de América del Norte pegaban la oreja al suelo para oír el galope y calcular la distancia de los regimientos que venían en pos de su exterminio. En Palestina, los niños son expertos en calcular la distancia de un tanque por su sonido, y los eventuales estragos que pueden causar sus proyectiles.

En octubre de 2002, la profesora estadunidense Annie C. Higgins (profesora de árabe de la Universidad de Illinois) viajó a Cisjordania, y en Yenin elaboró un pormenorizado informe que aturde el cerebro: cuando las escuelas cambian sus horarios de inicio y fin del día escolar, los cazadores israelíes ajustan rápidamente sus planes.

Higgins cuenta cómo murió Muhammad Yusuf Quaysi (16 años) herido por un tanque en su camino al liceo Salam; Mahran Ahmad Rafia (13 años) fue alcanzada por el disparo de otro tanque a las puertas de la escuela Hittin; el niño retardado Said al-Dubi fue herido por otro tanque, cerca del mercado Hisbi; Rasha al-Salfiti (18 años), de la Universidad Americana, fue alcanzada por un disparo de tanque cuando estaba sentada esperando un autobús. Luego, el tanque impidió que la ambulancia de la Media Luna Roja pudiese llevarla al hospital.

Sigue: Adil Abu Zayad cayó herido por la metralla de un tanque que rebotó contra un muro; en la escuela femenina Khansa, las niñas se lanzaron al suelo mientras un par de de tanques disparaban contra las ventanas del inmueble. El director del Consejo de Educación transmitió un mensaje llamándolas a mantener la calma. A las 10 de la mañana, las clases retomaron la normalidad. El día escolar acabó a las 12:30 a.m. Los hechos corresponden a una sola jornada: 8 de octubre de 2002.

El 5 de octubre de 2004, un oficial israelí disparó contra Iman Alhassam, de 13 años, en momentos que se dirigía a la escuela en Rafah (Gaza). Luego, le vació el cargador de su arma cuando ya estaba en el suelo. Veinte impactos. Detenido, el oficial justificó su acción. ¿Acaso Iman no podía cargar una bomba en su mochila escolar? (Agencias Dpa, Reuters, Afp. Jerusalén, 13 de octubre.).

Pero el edificio debía ser destruido porque allí habían vivido Mahmud y Mamad Hamash. Mahumd cumplía una sentencia de 50 años, y Mamad se hallaba a la espera de juicio. Los familiares abandonaron la casa. El ejército colocó los explosivos. A distancia, 120 niños de dos a seis años observaron el operativo. Luego, como si se tratase de un juego más, corrieron junto con sus maestros a rescatar de los escombros libros, dibujos y materiales didácticos con los que aprendían a cantar y bailar.

En noviembre de 2005, la organización Médicos por los Derechos Humanos de Israel y la Comunidad para el Programa de Salud Mental de Gaza interpusieron una querella judicial a fin de prohibir los vuelos rasantes de los aviones supersónicos sobre la población civil. Los médicos comentaron el incremento de abortos espontáneos entre las mujeres palestinas, y el pánico que el estruendo causaba entre los niños. El ministerio de Defensa de Tel Aviv respondió que los vuelos eran “...una alternativa menos amenazadora al fuego de artillería y los asesinatos selectivos” (sic).

En abril de 2006, el periodista israelí Gideon Levy, publicó en Haaretz la truculenta historia de la niña Nazarin Abu Hashash (nueve años), sin padre, 11 hermanos y en la miseria total. Una bala israelí recubierta de caucho le había perforado la mandíbula. Tras increíbles peripecias con taxis y ambulancias que la llevaron de un lugar a otro, y un aparato que no podía ajustarle la mandíbula fracturada en 12 partes, la niña fue internada en el hospital israelí Hadaza.

Babeando y farfullando a causa de las heridas, Nazarín dijo a Levy: Lo que me gustaría ahora es acabar la manzana que me disponía a comer cuando recibí el disparo en la azotea de mi casa.

Sam Bahour, empresario palestino estadunidense, almuerza con su familia en la pizzería Angelo’s, ubicada en la calle principal de Ramallah (Cisjordania). El restaurante –recuerda Sam– estaba lleno de clientes nerviosos por los ruidos de los disparos sobre nuestras cabezas. Los camareros, que han pasado por esto cientos de veces, se acercaban a las mesas, jugaban y bromeaban con los niños, tratando de que todo pareciese normal.


Sam y su esposa Abeer observan que Areen, su hija mayor, está muy nerviosa y ya quiere regresar a casa. Pero la pequeña Nadine continúa disfrutando muy lentamente su hamburguesa y las papas fritas. ¡Son las mejores hamburguesas de la ciudad!, exclama Nadine, mientras en las calles aledañas las excavadoras israelíes destruyen los automóviles estacionados.

“Ellos vienen, disparan y se van... Por tanto, ¿cuál es el problema?”, dice Nadine. Cuando se vayan, nos iremos a casa, ¿cierto, papá? La lógica de la niña desencaja al papá. ¿Cuál es el problema? El problema, escribe Sam, es... ¿cómo una niña de seis años se sienta tranquilamente a devorar con entusiasmo una hamburguesa durante una miniguerra sin presentar el menor signo de disturbio?

La crónica de Sam (El ejército israelí y la hamburguesa de mi hija, The Electronic Intifada) data de enero de 2007, y revela el día a día del lento holocausto palestino: “Israel –escribe– ya está creando una nueva generación de palestinos más insensible que las anteriores frente a la ocupación militar. De la misma forma está creando una generación de ocupantes israelíes que ven a Palestina como el far west. Está despojando a los niños, tanto palestinos como israelíes, de su niñez”.

En abril de 2008, Aish Samour, director del Hospital Siquiátrico de Gaza, estimaba que 30 por ciento de los niños palestinos menores de 10 años sufren incontinencia urinaria. Samour recibe a unos 33 niños por mes.

“Los niños de Gaza –describe– no son niños que llevan vidas normales. Viven con sufrimientos sicológicos inmensos, derivados de las prácticas de la ocupación israelí, y esto tiene un impacto negativo en su existencia.”

Eyad Al-Sarraj, director del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza, explica que los niños han perdido los dos pilares más importantes que había en sus vida: el sentido de la seguridad, perdido a causa de los ataques, bombardeos y destrucción, y el sentido de alegría y felicidad, que es fundamental en la infancia.

Cuando un niño ve a su padre impotente e incapaz de proporcionarle seguridad, siente inmediatamente hostilidad y alejamiento hacia él. Al-Sarraj asegura que 45 por ciento de los niños estudiados dijeron que habían visto a los soldados judíos golpeando e insultando a sus padres.

A ello se suman otros trastornos. En junio de 2006, uno de cada tres palestinos recién nacidos moría de enfermedades prevenibles debido a la falta de cuidados y medicamentos básicos, y a las enormes dificultades para que Israel autorizase la llegada de médicos, fármacos, aparatos sanitarios.

Según un estudio del Ministerio Palestino de Asuntos Sociales, con el auxilio del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 75 por ciento de los niños sufren problemas emocionales causados por la continua exposición al vuelo rasante y ruido de los bombardeos.

Los más pequeños mojan la cama, sufren pesadillas, y los niños mayores son problemáticos y coléricos. Ansiedad, llanto, regresión, problemas de habla, miedo, agresividad, estrés, y en los más grandecitos sentimientos de impotencia, rebeldía y retraimiento. Niños de tan sólo ocho años se sienten responsables de llevar a cabo la lucha palestina, dice Kristan Zaat, del Unicef.

Los chicos de Gaza pierden el apetito, se vuelven violentos, tienen pesadillas por las noches, asisten con irregularidad a la escuela.

Cada niño palestino se ha visto expuesto a más de nueve situaciones traumáticas. El estudio dice que 95.6 por ciento ha visto imágenes de heridos y asesinados. Al Sharjah añade que casi 36 por ciento de los niños de sexo masculino comprendidos en las edades de entre ocho y 12 años, y 17 por ciento de las niñas, desean morir en los ataques del ejército ocupante.

Las escenas de violencia se graban firmememente en la mente de los estudiantes y esto aflora en sus dibujos, la mayoría de los cuales representan aviones, tanques, bulldozers, mártires, funerales, aviones que lanzan misiles sobre sus casas, hogares y árboles destruidos.

En diciembre de 2006 el menor Ayman Abu Mahdi (10 años) recibió un disparo, y agonizó durante una semana entera en la unidad pediátrica de cuidados intensivos del Centro Médico Sheba, en Tel Hashomer. Los israelíes no permitieron el paso de la ambulancia palestina que había transportado al niño de la clínica Kamal Adwan (Gaza) hasta el puesto de control. Un tío tuvo que pagar 2 mil shekels (360 euros) para que la ambulancia israelí se presentara.

Y el padre, por no ser ciudadano israelí, necesitó de seis días de incesantes gestiones para conseguir la autorización, que llegó seis horas antes de la muerte de Ayman.

El 9 de junio de 2006, en plena celebración musulmana del viernes de oración, una cañonera israelí bombardeó con obuses la playa Al-Sudaniya (norte de Gaza), repleta de bañistas, y mató a tres niños de uno, tres y 10 años, y a siete personas más. Las imágenes de la joven Huda Ghalia, llorando y abrazando el cadáver de su padre en la playa, dieron la vuelta al mundo. Pero el ministro de Defensa, Amir Peretz, negó los hechos, y atribuyó la tragedia a “…un artefacto enterrado en la arena”.

El 22 de agosto de 2007, dos niños de nueve y 12 años y cuatro adultos fueron asesinados por el ejército israelí en la localidad Beit Hanun (Gaza). Su delito: protestar por el impedimento de la entrada de papel destinado a la fabricación de textos escolares. Un mes después, cerca del campo de refugiados Al Bureij (en el centro de la franja de Gaza), un adolescente fue arrollado por una excavadora militar. Su delito: lanzar piedras contra las tropas de ocupación.

Repetida una y mil veces hasta tornarlas en duda o verdad, Israel recurre a la mentira como política de Estado. La intoxicación informativa y el victimismo sirven para justificar el genocidio de palestinos y, en particular, el asesinato de los niños. Las historias tratan de causar la falsa impresión de que todos los niños palestinos son potenciales atacantes suicidas. Tal fue el caso de Husam Abdul, de Nablus (Cisjordania), quien supuestamente pretendía inmolarse.

Husam (14 años), fue detenido en marzo de 2008 en un puesto de control, con un cinturón de explosivos. Las televisoras exhibieron al niño como ejemplo del fanatismo palestino. Los israelíes afirmaron que palestinos no identificados le habían ofrecido 100 shekels “…si el niño emprendía un ataque suicida contra sus tropas...” (sic). Sin embargo, un corresponsal premoderno de la cadena de televisión Al Jazeera osó preguntar por qué las cámaras de televisión de Israel se encontraban en aquel punto de control, más de dos horas antes de que el niño fuera capturado.

Los militares israelíes tratan de que el mundo no sienta horror ante los crímenes diarios que se cometen contra los niños palestinos. Y todo esto se complica por el hecho de que, debido al bloqueo y asedio a Gaza, los niños sufren un estado crónico de desnutrición, que afecta sus capacidades intelectuales.

Los grupos de derechos humanos han señalado que los soldados israelíes matan deliberadamente a los niños, tal como muestra el hecho de que la mayoría de los disparos recibidos por los menores fueron dirigidos a la cabeza o el pecho. Es decir que los niños de Palestina no han sido víctimas a causa de daños colaterales, sino blancos militares y sujetos de crímenes muy bien pensados por la inteligencia israelí.

El 3 de enero pasado, en el pico de la invasión a Gaza, murieron cuatro de los nueve hijos de Fatma Abú Halima. Con llagas espantosas desde los pies hasta el cuello, el cuerpo de Fatma se incendió bajo una tormenta de tres bombas de fósforo blanco que arrancaron de sus brazos a la pequeña Shajed, mientras le estaba dando el pecho. “Vi cómo se quemaban todos mis niños… se les separó la cabeza del cuerpo”, declaró a los médicos.

La tregua llegó y cuatro días después, en el barrio Abú Reish, una bala atravesó la cabeza de Ahmed Hassanin, de siete años. El neurocirujano que lo operó, Usama Said Aklouk, dice que Ahmed puede salvarse pero quedará parapléjico, sin habla o capacidad mental siquiera para reconocer a los suyos.

De una crónica escrita por Suzanne Baroud, editora de Palestine.Chronicle.com: “...Un niño está sentado en la acera junto a su madre, que se apoya contra el muro de un edificio colapsado y su vida está agotándose. La madre usa las últimas fuerzas que le quedan para levantar el brazo y acariciar la mejilla del niño con la palma de la mano, pero ya se ha ido. El niño se sujeta la cabeza con las manos y llora. Ya está completamente solo”.

Frente a la fosa común, Suzanne se sorprende dulcemente por la oración de los palestinos a sus niños: Dios es grande, gracias a Dios por todo. Olvida ya todos tus miedos y descansa y encuentra a tu bienamado profeta, y a todos tus pequeños amigos que han caído antes que tú.

En el Primer informe sicológico sobre Gaza, elaborado por el Grupo de siquiatras y sicólogos de la Federación Árabe de Siquiatras, la doctora Ahmed Okasha escribe:

“Es evidente que un grave y continuo perjuicio sicológico en gran escala y por cierto periodo fue intencional y deliberado. Los agresores estaban muy seguros de que podrían escabullirse del castigo porque nadie controló todos estos crímenes de guerra para procesarlos. La propaganda y la guerra sicológica tuvieron un papel crucial en esta agresión...”

“Por consiguiente –añade– hay una imperiosa y fuerte necesidad de que los niños sean atendidos. Esto es una llamada de ayuda a todos los especialistas en siquiatría y sicología infantil de todo el mundo, y a sus colaboradores, para que aporten su asistencia.”



fuente: La Jornada

Viñetas: Por la artista Palestina Omayya Joha

martes, 3 de marzo de 2009

Elicura Chihuailaf: “La Ley Antiterrorista prejuzga a nuestra comunidad mapuche”


fuente: www.elclarin.cl

Autor de: El invierno y su imagen (1977); En el país de la memoria(1988); A orillas de un sueño azul (1991); De Sueños Azules y contrasueños (1995), Todos los Cantos/Ti kom Vl (1996); Recado confidencial a los chilenos (Lom, 1999); Kallfv (2006); Canto libre/Lliz Vlkantun (2007) y Luna Azul (2008).

Elicura Chihuailaf es el principal intelectual en solicitar la renuncia de Juan Agustín Figueroa (presidente de la Fundación Neruda) “…pues con su accionar en contra del pueblo mapuche nos parece que ya no representa –de ningún modo- el espíritu nerudiano”; se refiere al abogado responsable de la actualización de la Ley Antiterrorista contra la comunidad indígena de Traiguén. En estos tiempos aciagos, bienvenida sea la palabra mapuche desde la Luna de los Frutos Abundantes a nuestra Luna del Verdor.

MC.- Elicura, ¿De sueños azules… fue una propuesta de vos para Casa de las Américas o un interés de los editores cubanos por la poesía mapuche?

ECh.- En 1996 viajé a La Habana como Jurado del Premio Casa de las Américas en Literatura Indígena, así que ahora es mi cuarta estadía en Cuba, desde entonces han conocido mi trabajo, como todos los círculos son pequeños –la diferencia es que aquí abarcan a todo el país- me encontré con Roberto Zurbano y conversamos por largo tiempo, terminé regalándole dos libros míos –cosa que rara vez hago, porque no los tengo a la mano, a veces me veo obligado a comprarlos- fue tan grata la charla: sobre literatura y diversidad cultural, hubo una sintonía –Zurbano pertenece a la negritud y yo a la morenidad mapuche-, tiempo después recibí una comunicación de él, por e-mail me dijo: “he leído varias veces tus poemas y hemos decidido con el Comité Editorial de Casa de las Américas, pedirte si es posible que nosotros editemos De sueños Azules… que nos parece imprescindible para ser conocido por los lectores de Cuba” para mí fue un privilegio tremendo, lo comenté con la poeta Carmen Berenguer –‘¿te fijas? son 5 mil ejemplares de la primera edición, en el transcurso de los años yo he tenido en Chile un total de 5 mil ejemplares, repartidos en 5 ediciones, siendo una excepción dentro de lo que ocurre en la poesía chilena, sobre todo para los escritores contemporáneos; en Chile se editan mil ejemplares y uno se queda con la mayor parte del tiraje’.

MC.- ¿Por qué el Azul en tu poesía y en la cosmogonía mapuche?

ECh.- Es parte de nuestra visión del mundo, recuerdo que en aquella oportunidad que viajé por primera vez a Cuba –durante un paseo que nos dieron con toda la gentileza y cariño que manifiestan los cubanos- nos llevaron a conocer La Habana Vieja, a mí me llamó la atención porque precisamente antes de venir a Cuba había aparecido un suplemento cultural en el diario Austral en el que se hablaba del Azul mapuche y se me instalaba en una gran portada vestido de Azul, con los edificios de Temuco azules, el reportaje decía: ‘Elicura sueña con una ciudad Azul’, así que llegué a La Habana y me encuentro el Azul con todas sus intensidades, le pregunté a Roberto Fernández Retamar: -‘¿Por qué la coincidencia?’ y Roberto respondió: -‘Es el Azul del regreso que soñaron los primeros esclavos provenientes de África, se ha convertido en un color de aquel ritual, al tomar un puñado de arena con la esperanza de volver a sus costas y paisajes’. El Azul está en muchas culturas, para nosotros representa el habitar del infinito llegado desde el Oriente, ese Azul íntimo y profundo que dice nuestra gente se da al final de la noche y comienzo del día, el espíritu Azul conversa con nuestros cuerpos que son casas de tránsito en la tierra. El Azul es la columna vertebral que nos mueve.

MC.- Una pregunta con jiribilla, ¿qué papel jugaría la Luna Azul?

ECh.- La UNEAC me acaba de comunicar que publicará Luna Azul, un libro que salió en Chile en diciembre de 2008.

MC.- Además de Cuba, te han invitado a México, sobretodo para el festival de las Lenguas de América organizado por Carlos Montemayor. ¿Ambos países defienden y difunden la poesía indígena de la misma forma?

ECh.- Me parece que el país donde está en primer lugar el ser humano es en Cuba; a México he ido en muchas circunstancias, invitado por las organizaciones de oralitores indígenas –fui secretario general de esa ONG-; ambos países coinciden en el hecho de la identidad, pero una cosa es lo que los propios creadores asumen y trabajan para lograrlo –el caso de México-; y otro es lo que hacen los Estados, como políticas públicas, fíjate, lo que está comenzando en Cuba me parece más profundo que lo que ha pasado en México, con un lado “aparente” que vive su morenidad e indigenismo; yo veo una sociedad como la cubana que verdaderamente asume la palabra poética del ser humano, creo que para dar una dimensión: en Cuba asumen que el indígena habita en todos los seres humanos y se despierta en cada una de las miradas que se apartan del neoliberalismo, tiene que ver con ideas distintas de progreso, aquí todo lo que hacen no es por dinero, es por la convicción que tenemos de una tarea en la historia del ser humano. Todo lo contrario sucede en Chile, por ejemplo, los empresarios madereros plantan bosques artificiales y están terminando con las hierbas medicinales, con el agua, enferman a los animales y a las personas; la solidaridad en mi país no despierta, cuando nosotros –los mapuches- defendemos un bosque nativo, es la defensa de una totalidad, de la cual el ser humano es una parte infinita.

MC.- ¿De ahí la importancia del Recado confidencial a los chilenos que escribiste? Leí un adelanto en la revista Rocinante, pero ¿el título es un homenaje a los recados de Gabriela Mistral?

ECh.- El dicho de los pueblos indígenas en México es: “la ternura a veces duele” es como con los hijos, con los hermanos, con los seres que amas, que les dices cosas hoy que pueden sonar duras, pero las dices por cariño –porque cuando a uno no le interesa simplemente te quedas callado, que no es lo mismo que el silencio-. El Recado no tiene que ver con Gabriela Mistral, el recado es la traducción de nvtrán (“el arte de la conversación”), que conocí por mi abuelo que era lonko (autoridad comunal) dueño de la palabra, él tenía su saludo ceremonial para manifestarse; cada 4 años se hace un ritual a la naturaleza y cuando decimos naturaleza, estamos hablando hasta de las piedras y el infinito, esa es la idea que sigue mi libro. Los recados de Gabriela Mistral son bellísimos y adelantados, mi libro no tiene la pretensión de alcanzar lo que ella escribió. Mi libro parte –como tú bien recordabas- de una carta que envié a la desaparecida revista Rocinante –donde yo integraba el Consejo Editorial-, los directores de LOM (Silvia Aguilera y Paulo Slachevsky) me propusieron desarrollar la idea como libro, a partir de otras conversaciones y otros escritos publicados en El Periodista yPunto Final, inmediatamente dije que sí, porque en ese momento había zonas álgidas en las que el Estado actuaba, el Estado chileno creaba conflictos tanto en las comunidades de Los Andes –llenas de bosques explotados por las trasnacionales, para extraer celulosa- o en Traiguén y Temulemu poblados sitiados por la policía militarizada, así que me di a la tarea de ir a las comunidades que vivían el acoso del Estado, era como entrar a otro país, en estado de sitio y guerra, lo que se da ahora en la zona de Ercilla y del Bío-Bío, en las zonas de pesca de los depredadores con sus barcos factoría –a los que se enfrentan los pescadores artesanales-, o la construcción de exclusivos barrios náuticos en la comunidad de Cospi. Mi recado sigue el arte de la conversación, que todavía se cultivan en nuestras comunidades, la estructura comienza con la palabra poética –personal- la relación de la tierra con la historia, los vasos comunicantes y consanguíneos entre las personas, la siguiente parte es la relación con los seres vivos; uno va tomando la voz de gente con palabra de sabiduría, esa es la modalidad que yo seguí con el Recado confidencial a los chilenos, cómo los conflictos que generan los Estados –en cualquier lugar del mundo, salvo excepciones como Cuba- en el mundo indígena, recuerdo que en 1994 me entrevistó Faride Zerán y me preguntaba ‘¿si era posible la rebelión de Chiapas en el Sur de Chile?’ yo le dije que me parecía posible desde el punto de vista de la situación que lo había generado, ahora bien, le aclaré que era distinta la zona geográfica; entonces lo que pasa en Chiapas y en el Sur de Chile, o en la India o Australia, con los pueblos indígenas es lo mismo, las mismas empresas forestales, las mismas construcciones de presas siempre en los territorios más pobres, o la instalación de basureros en zonas indígenas. Resumiendo, mi libro da cuenta de la visión de un mapuche desde la palabra poética, buscando que la sociedad chilena –que tanto pregona su blanquedad- asuma su hermosa morenidad.

MC.- Hablábamos de la década de 1990, sin embargo en el año 2003 se inició la criminalización del pueblo mapuche bajo la Ley Antiterrorista –cortesía del presidente de la Fundación Neruda-

ECh.- Todo se ha ido complejizando y globalizando, los latifundistas y empresarios piden la aplicación drástica de la Ley Antiterrorista contra los presuntos responsables de incendios, siempre han prejuzgado a los mapuches. Hay una persistencia a ciertos lineamientos que tienden a mantener la acusación de terrorismo contra nuestro pueblo, tanto se argumentó en su momento –sobretodo para el entorno sensible nacional e internacional- que en París me hacían preguntas sobre el terrorismo mapuche, sólo les respondí: “rara forma de terrorismo, porque el terrorismo genera miedo y muerte, y aquí nuestro pueblo es aparentemente terrorista aunque tiene sólo víctimas a su favor, los que han muerto son gente nuestra, entonces es un terrorismo muy raro”.

MC.- En 2004 organizaste una campaña por la renuncia de Juan Agustín Figueroa (presidente vitalicio de la Fundación Neruda). ¿Por qué no ha prosperado tu petición?

ECh.- Eso da cuenta de la realidad chilena, aquí el problema es transversal, quiero decir de los grupos de personas que siendo de distintas tendencias –no sólo de la derecha política- le dan la razón a Juan Agustín Figueroa; como el gobierno de Bachelet que desconoce a los prisioneros políticos mapuches, ella “sí” sabe lo que significa ser un preso político y según Bachelet nuestro pueblo es de terroristas y delincuentes que comenten delitos y por lo tanto están presos; por otro lado, la solicitud de renuncia no prosperará ni en la forma antigua de ir, hacer declaraciones, entregar cartas a los ministerios porque Figueroa está blindado, valiéndose de su poderío de ex Ministro de la Concertación y presidente de la Fundación Neruda. Además me di cuenta que en muchos casos esas campañas por Internet son parte de la comodidad, no existe un compromiso verdadero como el que se pregona respecto a una determinada situación, te instalas en tu escritorio, lees si es buena la propuesta o demanda de Justicia y adhieres; la cuestión es ¿acción o inacción? Lo que sirve –me parece- es la pequeña o gran lucha cotidiana. Claro, en Internet al menos obtenemos la satisfacción que generosos e importantes escritores pongan sus nombres y firmas; pero si queremos ser la voz de los excluidos, debemos ser nosotros los de las loables iniciativas.

MC.- Finalmente, para quitarnos el mal sabor de boca, háblanos del proceso detraducción de la poesía de Neruda al mapuzugun en Todos los Cantos/Ti kom Vl…

ECh.- Tengo dos trabajos de traducción al mapuzugun, una antología de Neruda yCanto libre/Lliz Vlkantun de Víctor Jara que incluye poemas inéditos –textos a los que me dio acceso Joan Jara- ambos son procesos similares, en los cuales yo establezco equipos –que actúan de distintas maneras- yo soy el que los promueve y da la versión final, pero como tú sabes en mapuzugun no existen muchos neologismos, así que los abordamos con palabras nuevas, en eso nadie puede estar solo; lo de Neruda fue en primer lugar una selección a ojo de la causalidad, yo como la mayoría de los chilenos no conocía toda la obra de Neruda – así que fui escabullendo poemas que eran difíciles de traducir, me hubiera gustado incluirlos en el libro. En el prólogo dejo en claro que algunos neologismos los he inventado, que es una propuesta –desde luego mejorable- y un desafío para nuestra gente. En el caso de Víctor Jara, sus últimos textos demuestran su conocimiento de la visión del mundo mapuche, no sólo a los chilenos le truncaron la creación de Víctor Jara, él iba en camino de hacer un trabajo profundo acerca de la visión del mundo mapuche, incluso uno de los textos está fechado en la comunidad de Lonquimay, es un poema escrito como una rogativa mapuche, con la estructura demuestra su conocimiento y cariño por nuestra cultura.