lunes, 16 de febrero de 2009

Chile fuera del mapamundi, un texto sobre la novela SYNCO


El contexto de publicación de la novela.

SYNCO, publicada por Ediciones B, es la tercera novela de Jorge Baradit (1969, Trinidad, Ygdrasil), la que aparece en noviembre de 2008, en medio de un inusual clima de expectación, provocado tanto por estímulos propios del mundo literario, como por estímulos explotados tradicionalmente por otros lenguajes, por ejemplo el cine, trayendo al ámbito literario chileno una serie de conductas propias de la cultura pop y la mercadotecnia1, junto a la puesta en circulación de un discurso que instala a través de variados lanzamientos librescos y revistas a una “generación geek”(?), caracterizada por el freak power, entre otros varios mecanismos de propaganda.

En relación a SYNCO y su elaborado parto, resulta un gesto valioso la transfiguración o travestismo discursivo de personajes cuyos nombres están tan cargados de significado para la historia de Chile, que son capaces de hacer ruido en la lectura de la novela; desfilan por sus páginas figuras como Pinochet (devenido en héroe del pueblo), Miguel Serrano (ministro del gobierno de Allende), el propio Allende (en una imagen proyectada por la alucinación y el deseo de las masas), Ricardo Lagos, Juan Antonio Coloma, Michael Townley, Onofre Jarpa, Fernando Flores y un largo etcétera.

En cuanto al uso que se da al golpe de estado en la novela, o más bien en la propaganda en torno al lanzamiento del libro, cabe considerar lo que dice JM Silva2: “identificar la materia de una novela con el conflicto más importante de los últimos años en Chile, es a todas luces una estrategia de mercadeo […] porque la campaña que acompañó a Synco giraba en torno a dicho evento y no a la materia de la novela”, aún cuando de cara a la narrativa del siglo XXI es importante entender que “el dominio de la difusión es hoy parte del circuito literario3”, escenario en el que resulta sano mirar, a la hora de concebir el desafío de una escritura narrativa en términos de industria, la experiencia o "modelo de negocios" del comic y la literatura fantástica norteamericana –Alan Moore y sus esbirros- para esbozar cómo a través de provocativas discursividades y especial cuidado de la imagen, desbordan el artesanal caudal literario diseminado en pequeñas escenas de autores y círculos de lectura, tan propios de los menudeos criollos. Esta idea de producción escritural industrializada o serial, incluso puede leerse al comparar los mundos pletóricos en punzantes alegorías sobre futuros –o pasados- de pesadilla que conforman las novelas Ygdrasil y SYNCO.

Frente a la pregunta de si es Chrysler y Synco la misma cosa, algo al menos es claro: en ambas novelas las heroínas se desenvuelven en universos determinados por sendas economías unificadas corporativamente –devenidas tanto del capitalismo más tardío y reificado, como de la más trepanadora y quirúrgica economía planificada- empresas o proyectos que asumen el rol y nombre del estado, la seguridad, las organizaciones políticas, sindicales y empresariales, a través de la violencia física, síquica y moral en las relaciones sociales de individuos que de continuo actúan en contra de su voluntad.

Aún así, dicha lectura es reduccionista, en cuanto todo lo anterior no quita a su vez que ambas novelas son muchas novelas en sí mismas y dentro de otras (vale la pena consultar por la relación entre Ygdrasil y las crónicas de conquista, o la lectura de SYNCO desde el nicho novelesco que es el género histórico…), novelas que idealmente podrían converger en una estructura monstruosa construida desde las cavernas del pensamiento y la pluma, aunque si bien, por ahora, esta arquitectura es bien dispersa, podemos decir con seguridad que Ygdrasil y Synco forman parte de un mismo universo, en términos biológicos y mutantes.

SYNCO, la novela, el reinicio de la historia… de la novela.

1979, Martina Aguablanca vuelve a Chile después de un largo exilio en Venezuela, país escogido por su padre, quien no quiso quedarse a ver como los marxistas destruían su patria. Martina siempre se sintió extranjera en ambos lugares, el sentimiento de pertenencia e identificación nacional le resulta problemático, pues en Caracas siempre fue la niña chilena, aún cuando casi no conocía el país de su padre que abandonó siendo niña.

El exilio de su padre terminaría trágicamente en 1977, aprovechando el viaje de Martina a la Habana (en un gesto de rebeldía), momento en que se voló los sesos.

Martina, funcionaria del gobierno de Venezuela, es enviada para las celebraciones de la reelección del presidente Allende, y a evaluar la viabilidad de importar el proyecto que sostiene el éxito del gobierno: Synco, un sistema interconectado de información multimedia que funciona como computador y sistema nervioso del gobierno del pueblo, aunque no es lo único, pues también viene a reconocer el país de su padre, el país que lo devolvió hecho un guiñapo humano, asustado, irreconocible, tras su última visita, un par de años antes de suicidarse.

Sin embargo, el Chile al que llega Martina es un país muy distinto al que imaginaba tras las conversaciones con su padre. Cuesta creer que pueda tratarse del mismo lugar. En un breve recorrido nocturno, Martina piensa el futuro siempre es un país extranjero, y el pasado la patria perdida.

Volvamos a Synco, el ciber sistema de información y control del gobierno de Allende. Los usuarios se relacionan con la red Synco a través de las T-syn, o Terminales Synco, que consisten en una precaria pieza de metal, llena de interruptores y switches, con un teclado y pantalla en blanco y negro, empotradas tanto en vehículos como en los muros de las habitaciones del Hotel Carrera en que se hospeda Martina.

Todas las casas cuentan con una T-syn.

Estas terminales permiten acceder a todos los servicios externos del Hotel (taxis, comida, etc.), como a una cantidad relevante de información histórica.

Buena parte de la trama de la novela –como por ejemplo los hechos de septiembre de 1973 (que permiten que Allende continúe en el poder); la preparación especial de los GAP; el flujo Weissen González (que permite utilizar el flujo de materia entre universos de distinta densidad como generador de energía, y al parecer posibilita la intervención de la historia a través de viajes al pasado); detalles del acuerdo de Octubre de 1973 con los presidentes del partido Nacional y la DC, entre varios otros-, es narrada a partir de información emanada de una T-syn; metros y metros de papel barato y mal impreso que hacen cuestionar a Martina la realidad del paraíso socialista que se le presenta en Chile, pues le resulta imposible relacionar a esta gente amable y apacible con esos artículos improbables y a veces contradictorios emanados de la terminal.

De este modo la maquina, conectada al sistema de información y control juega un papel relevante en la trama narrativa de la novela y en la configuración síquica de Martina Aguablanca; esta información a la que accede Martina complementa y determina en el devenir narrativo las sucesivas entrevistas que sostiene Martina con actores relevantes de la historia reciente del Chile posterior al 10 de septiembre del 73, como son:

Pinochet, quien tras impedir el golpe se convirtió en un héroe y cuya intervención en el acuerdo de Octubre resultaría decisiva; Fernando Flores, ministro de Nuevas tecnologías, quien encarga a Ricardo Lagos –un joven subsecretario- que lleve de paseo a Martina por las instalaciones de Synco, un kilómetro bajo el palacio de la moneda.

Lo que vino después de la visita al ops room (la pieza de control de las fotos tan publicitadas), cambió para siempre la visión de Martina sobre Synco, al conocer el mecanismo que hace operativo a este monstruo informativo y de control social; un espacio cyber kafkiano, una burbuja ciudad sumergida, en cuyo hacinamiento circulan operarios de batas blancas, niños esclavizados entre cables que crecen junto al calor de las maquinas pantallas escasamente ventiladas, azumagados subterráneamente, varios kilómetros cuadrados bajo la moneda, kilometro cero del sistema nervioso del gobierno socialista.

El hedor es asombroso. El entorno más adecuado para la fértil cruza de estilos propia de la escritura de Baradit, con acceso interior y todo:

“Esta es una locura, y de las grandes”, pensó. Una jauría de perros se atravesó por delante de ellos hasta perderse en la oscuridad, detrás de un carrito de sopaipillas. “El futuro tecnológico del socialismo es una soberana mierda”, una red de callejones hediondos a meado, decadente. El desorden propio de cualquier proyecto tercermundista elevado a la décima potencia.

-Pero funciona bien, dijo Lagos…”

El universo de SYNCO transcurre en un lúgubre Santiago de nervios informatizados, esta visita marca un punto de inflexión en la lectura que hace Martina de la tercera vía, la alternativa cibernética a la coyuntura mundial, horrorizada oía de edificios demolidos por dentro, convertidos en enfriadores, resistencias, transistores, bodegas y contenedores que configuran una desolada ciudad convertida en la placa madre de este sistema de información y control, todo esto a espaldas de los chilenos, quienes no tienen idea de la envergadura de este programa.

Martina irrita al subsecretario con preguntas sobre el trabajo infantil, el excesivo consumo energético que supone Synco y las quiméricas alternativas planteadas, en ese momento llaman por los parlantes a Lagos, para que vaya a uno de los teléfonos de las paredes. Ese descuido es aprovechado por Armando Valdés4, quien entrega a Martina una enigmática anotación manuscrita, sin que los GAP se percataran, aunque si constataron un contacto no autorizado, que aumentará la vigilancia sobre nuestra heroína, la que pasa a ser considerada un elemento peligroso para el sistema de información y control que administra el país.

De aquí en más la novela de Martina es sobrevivir y escapar de un país que la ha marcado por una información que no comprende, lo que la lleva a conversar con Altamirano y un analista informático de IBM, Michael Townley.

Para comprender el devenir de la novela, es importante considerar que la importancia de Martina como protagonista es relativa. Ella sólo se encuentra en el curso de ciertos acontecimientos que van más allá de su comprensión y alcance.

Hay en Synco al menos dos novelas que confluyen en la necesidad de averiguar la importancia de la información recibida por Martina: Por una parte tenemos la novela de Martina Aguablanca, Chile y Synco, el monstruo que le devolvió a su padre hecho un harapo humano; y la de Altamirano, Serrano y el reordenamiento histórico.

Esta segunda novela escenifica una guerra mágica en la que fuerzas misteriosas y místicas pugnan por la constitución de una cada vez más frágil realidad, pues lo que conocemos como realidad puede ser intervenido (y de hecho lo ha sido) a partir de componentes atómicos y mágicos; el universo de esta novela supone la existencia, a un costado de la realidad, de fuerzas, espíritus, energías cuya manera de operar ignoramos, que influyen en nuestras vidas al punto de transformar de manera radical la historia, el juicio a partir del cual nos identificamos.

Altamirano y Serrano son gladiadores de esta dimensión en que, aún sin desearlo, o saberlo, luchan unidos por suspender la realidad del Chile-Synco, buscando restaurar, sin éxito, la realidad que vendría tras el triunfo del golpe del 11 de septiembre de 1973.

La historia de Carlos Altamirano y Miguel Serrano, comienza a hilvanarse en el capítulo 8 y guarda relación con el final del libro; contada en los capítulos impares, accedemos sólo fragmentariamente a un Altamirano prófugo y dado por muerto tras la “matanza de todos los Santos”, en que miembros de Patria y Libertad “ajusticiaron” a 2000 miembros de grupos de izquierda. Altamirano es reconstruido a la manera de Pachtwork Man5.

Serrano, por su parte, forma parte del gabinete de Salvador Allende, y aunque genera suspicacias entre sus pares, su presencia ahí se debe, desde luego, a la puesta en marcha del proyecto Synco. Serrano es entonces un doble agente, peligroso, aunque cuando todos saben que no es precisamente leal al gobierno del pueblo.

Mutilado, clandestino y dependiente en su rearticulación de un grupo de niños que le llaman “tío Carlos”, los que a través de tuercas y llaves, así como de químicos depositados en cánulas, limpian (dializan) la sangre que les permite insuflar vitalidad al líder socialista, cuyo corazón se encuentra fuera del cuerpo, mantenido en una cámara presurizada; la mitad de su sistema digestivo reemplazado por bolsas plásticas cosidas a su abdomen, en un entorno de sucia profilaxis, un hacinado pabellón baño público en el que niños jjcc´s alimentan el sueño depravado de sobrevida y conspiración de un viejo y deteriorado Altamirano.

Un poco de historia.

Para la “matanza de Todos los Santos”, Altamirano y su gente estaban distanciados de Allende; en rigor, el cisma en la izquierda ocurrió tras el acuerdo de Octubre de 1973, un amplio acuerdo político sostenido entre la UP, el partido Nacional y la DC, que daría paz y estabilidad al país a través de una serie de reformas impulsadas por la derecha -como el tránsito hacía una social democracia y la no presentación de candidato de la UP en las próximas elecciones- a cambio de la independencia internacional necesaria para desarrollar el proyecto cyber socialista junto a Flores y Staford Beer, lo que implicaba la renuncia de Allende al internacionalismo revolucionario impulsado por Cuba y la Unión Soviética (de hecho Allende entregó la ubicación de la flota rusa que venía “al rescate” del gobierno de la UP).

En resumidas cuentas, Allende transó el socialismo internacional, a cambio de protección norteamericana (que solo podía negociar la derecha) para impulsar en un clima adecuado el desarrollo del proyecto cyber socialista, Synco. La intervención norteamericana incluyó una base militar similar a Guantánamo en Quintero.

Como los grupos radicalizados, tanto de izquierda como de derecha, evidentemente no aceptarían el acuerdo, y en un clima alterado por bombazos y sabotajes no se podía desarrollar el proyecto, se diseñó una cuidadosa infiltración en estos bandos que resolvió el problema con la muerte de los cuadros más valiosos de la izquierda a manos de Patria y Libertad en la “matanza de Todos los Santos”, y el posterior fusilamiento de los dirigentes y buena parte de los integrantes del grupo pro fascista. Así quedó sellada la estabilidad, en Chile, para 197x

Altamirano, con su cuerpo destrozado y rearticulado ortopédicamente conspira contra el orden de cosas, aprovechando el descuido generalizado durante la celebración de la reelección del presidente Allende en 1979, para intentar un golpe mágico que intervenga la realidad (en su dimensión temporal) a fin de que el golpe de 1973 resulte exitoso, al punto de conseguir quien intérprete a los personajes que han de participar en la junta.

El asalto está preparado para el día de la celebración del triunfo de Allende; los hombres de Altamirano provocan una caída general del sistema, que sirve para el asalto tanto términos militares como mágicos, de modo que la participación de los niños médiums y los propios operarios de Synco infiltrados, permiten el control por parte de los precoces secuaces de Altamirano, quienes pretenden restituir la realidad del Martes 11 de setiembre de 1973, tarea para la cual el propio mutilado asiste en persona a buscar a Pinochet quien debe ocupar su lugar dirigiendo la reconstrucción del país.

Para ese momento, Martina escapa como puede, con la ayuda de Michael Townley, quien es separado de ella en cuanto la suben a un camión.

Todo apunta a la idea de que los propósitos subversivos de Altamirano alcanzan la victoria y se restituye la realidad del universo tal y como lo conocemos, pero sin embargo, en la última página de la novela, encontramos un escueto documento de la cancillería británica que nos habla de la inexistencia de Chile; que ambas dictaduras (la de la máquina Synco y la de Pinochet) han sido suspendidas, en lo que implica la suspensión del estatuto de realidad de un país que, simplemente, no existió, una especie de Atlántida ubicada donde la cordillera de los Andes choca con el mar; un mito, un campo de batalla despoblado y en ruinas, una carcasa vacía y frágil que implosiona tras el excesivo desarrollo minero, eliminado por decreto, Chile fuera del mapamundi.

(Des)consideraciones finales.

Cabe destacar que la comparación de Synco en particular, y del universo literario de Baradit en líneas generales, con el mundo del comic, enriquece mucho su lectura, al introducirnos en la experiencia de espacios en cuya configuración interactúan personajes cuyos intereses se entrelazan regidos por reglas propias –y exclusivas- de dicho universo, en el que por ejemplo, es posible la intervención del pasado a través de los viajes en el tiempo y la operación de médiums que transforma el curso de la historia. La asimilación de este propósito es quizá uno de los mayores golpes de la novela.

Baradit convierte la semilla de los zarpazos del puma, la del propio Serrano y la de los miles de documentales sobre la barbarie chilena, en un árbol mustio y lleno de plumas del que cuelgan frutos sanguinolentos y sabrosos, que han de probarse si se quiere vivir, aun a sabiendas de que nada bueno trae la comprensión de las fricciones dentro de la cosmología política que engendra la violencia caústica que es Chile.

Por lo mismo, es importante dejarse de leseras, en relación a la importancia de Serrano en el ámbito de esta novela y el valor que pueda tener fuera de él –digamos, en el mundo real-, hay que poner punto final a la casa de brujas, porque aquí cada uno puede pensar y creer en lo que quiera, y el novelista tiene libertad absoluta para tomar esos elementos de la realidad y transformarlos conforme al libre desarrollo de sus estrategias narrativas; en concreto: hablar de “filo nazismo”, como hiciera P. Espinoza en LUN, es mear fuera del tiesto, confundir peras con manzanas, hablar de otra cosa.

De este modo, resulta súper interesante considerar la importancia de la figura de Altamirano y la de Miguel Serrano, quienes son de capital importancia para la novela, dado que ambos tienen el mismo objetivo, por así decirlo, patriótico –intervenir la realidad para reordenar la historia, eliminando a Synco- el que intentan alcanzar desde veredas opuestas, pues ambos personajes son los que más fieles se mantienen, en términos ideológicos, a los Serrano y Altamiranos que conocemos en la realidad y son quienes causan la debacle del sistema mediante el asalto principalmente mágico y escasamente militar que permite intervenir el pasado, restaurando la realidad que conocemos como presente, aún cuando finalmente fracasan en su intento, por un decreto internacional que suspende la existencia, el estatuto de realidad de Chile.

Uno de los puntos en que la novela Synco queda al debe es en el desarrollo de los personajes y en la narración de su interioridad, que muchas veces es innecesaria ante la fuerza de los hechos… no hace falta decir que Martina está extrañada si se encuentra ante una T-syn –que no ha visto nunca- en la pared de su habitación.

De todos modos la escasa caracterización de algunos oscuros, pero influyentes personajes contribuye a generar un clima de misterio muy sabroso, en capítulos breves, a través de pequeños diálogos en los que incluso es complicado discernir el hablante, que van anticipando de que va la novela y como se resuelven los acontecimientos, aún cuando nadie contaba con la breve misiva británica del final.

Tampoco queda bien retratada la voz del otro, del extranjero, del mutilado; en cuanto a la voces, los que tienen noción y acceso al poder hablan el mismo algebra cósmica argot de la guerra mágica, caracterizado por la influencia de la tecnología en sincretismo con el plano esotérico astral; y los que no, hablan es español de Microsoft, pues simplemente no se distingue en que dialecto hablan, el venezolano habla igual que Townley… se extraña una decisión, que llame la atención sobre la diferencia; estrategias que van desde la simple imitación de registro hasta lo dicho por Cortázar en Rayuela, donde perfectamente pueden encontrarse dos gallegos en Paris, y decirle uno al otro –Oíme pibe.

A Synco se le agradece la recuperación de la ambigüedad perdida por la novela chilena del golpe de estado, su aparición representa una necesaria manito de gato hiperreal a la estancada y poco imaginativa novelística referente al acontecimiento más relevante de la historia del Chile reciente, a partir de la introducción de una dinámica que no sólo permite a los villanos ser héroes, y a los héroes villanos, sino que invierte en personajes cuyo destino no está previamente trazado, sino que se encuentra en permanente movimiento, un “sube-y-baja de fortunas, un azar de encuentros y pérdidas en el que viven seres de ficción, que como todos los hombres, viven sus momentos de luz y sus instantes de sombra6”, aún cuando a las navajas que son estos forjadores de destino bien pudo sacárseles mejor filo.

Un amigo que prefiere mantener su identidad en secreto, me dice que tiene la impresión de que a Baradit "lo apuraron" y no alcanzó a estructurar un final más adecuado para su novela, idea con la que no concuerdo, pues el final de Synco es un rompecabezas que se esmera en ser resuelto pese a la evidente asimetría de sus piezas, casos no resueltos y voladores de luces -como el comandante Proxy-; que operan de la misma manera en que los hilos de la historia se resuelven: asimétricamente.

No estamos frente a la idea tradicional de desenlace (donde se des-enlazan los hilos que tejen la trama de la novela, que empieza, tiene medio y termina); esta historia está determinada por una ambigüedad que se sostiene hasta el final de la aventura: ¿Realidad o sueño? ¿Verdad o ilusión? salpimentan la duda experimentada por un lector acostumbrado a las leyes naturales, aderezadas para enfrentarse al éxito o fracaso de un acontecimiento sobrenatural y mágico capaz de transfigurar las leyes históricas, empotradas en el tiempo, de las mentes, en un lugar inexistente.

Notas

1 Por ejemplo, los teaser a manera de sinopsis cinematográfica, el interesante diseño de la web “del proyecto”, donde tenemos acceso a los personajes y parte de la trama de la novela, las ventas especiales previas al lanzamiento (poleras y chapitas incluidas), etc.
2 En la calle passy
3 Idem.
4 Su historia es contada en un notable cuento intercalado –muy al estilo del quijote-, donde un huérfano declarado inadoptable (y que por ende puede ser utilizado por el estado), operario del sector naranja de Synco, calificado de importancia estratégica y por tanto aislado del resto de la sociedad, quien tenía por antecedente haberse detenido una vez atónito ante la pantalla repleta de ceros y de unos, para simplemente llorar.
Ante el acoso de los GAP, que vieron que no trabajaba, sus compañeros le golpearon para que cayera, a la voz de -¡Médico!, lo que le libro de la suspicacia de los calvos monjes guardianes.
Desde entonces trabajaba animoso en el puesto al que fue reincrustado hasta que un día se levantó, ante la cara de horror de sus compañeros, y no se le vio más.
5 El hombre de retazos, padre de Abigail Cable en “La cosa del Pantano”, por Alan Moore, es reconstruido por su hermano luego de fallecer tras pisar una mina antipersonal.
6 Fuentes, Carlos, “La nueva novela hispanoamericana”, Editorial Joaquín Mortiz, D.F., México, 1969, pág. 15.

martes, 3 de febrero de 2009

Ma'an, 01-02-2009

criados bajo una barrera de muerte y destrucción, acostumbrada al sopor que mantiene tu voz confusa al declarar lo que sabían los comunes, futiles, en hospitales que se llenaron en cuestión de segundos - semanas en que los ocupantes no escucharon otra voz que la propia, destruyendo, quemando, lo que llevo decadas construir, los alimentos y el combustible siguen siendo escasos, y ni equipo ni repuestos pueden entrar, a fin de mantener o reparar las plantas industriales, centrales eléctricas o estaciones de bombeo de aguas residuales que todavía inundan zonas pobladas, tierra de labor y el mar.