viernes, 22 de mayo de 2009

El patio de las perras III


huele el humo, sangre, alcohol y el miedo. Lluviosas jornadas de lejanos inviernos, un lugar donde tirar la conmovedora carne que son ellas tras cada jornada de ladridos y ausencia.

En el patio, lo que huele, son casitas recovecos, son baldosas, tapizadas, por el pelo de las perras, sucias, apiladas y con miedo y garrapatas, en la boca, en las orejas, son las llagas, pobre piedra, moscas y carbones, que no besan lo oxidado, que no lamen la tristeza que circunda el deterioro, tan cercano a los olvidos, los olores, lo borrado, escombros capas, las que habitan, estos seres, ateridos y sin agua, son ladridos de cansancio, son las perras, agobiadas y con miedo, quizás dónde, quizás cuando, han cedido con los ojos, insondables de esa virgen que lamenta con el llanto, nuestra sangre, entre los días, que ignoro, y sólo anoto, los ratones de entretecho, machucao, en los riesgos de encontrarse, en el olimpo, al que se fueron, eso suena, el sedimento de cachorros, que se fueron, tras terneras, agua en la tormenta, ante el invierno que no llega, hasta el pantano, tras la reja, y los nogales, sola, enmohecida, la pobre piedra, en la ternura de tantas hojas, que implosionan oradadas, tras su tiempo, rumbo al humus, que seremos, y es mi padre entre sus muros, al que abrazo esta mañana, en el patio de las perras.

lunes, 11 de mayo de 2009

El patio de las perras I

yo no sabía que en el silencio de esta morada se esconden sombras, cuyas colitas, golpean torpes, lo que circunda por lontananza.

el patio es de las perras, las perras gordas, llenas de escombro y sierras de óxido, prensas de aceite, grasa de rejas, miedo a lo oscuro, a lo oscurito entre los escombros, al disculparse, terneras polvo, miedo de teta, como la mami, quizás que cosa, que le ha pasado, la pobre piedra, un poco podrida, sendas camadas, y ni pensar las que murieron agua, las pobrecitas, las inocentes, las tan sin culpa, el patio de las perras y el recuerdo olimpo de las tres partes y de su huella, que fue avisarme cuando se iba, esa mañana a langüetearme mientras dormía en la otra casa, bajo la lluvia, puñales ríos y esa tormenta, que es josefita, y es tanto miedo eso que suena, y era tan linda, la madrugada, tras la rendija por la que miras, que ni pensaba en el pobre viejo, mi viejo perro, que ya ni ladra tras la costilla desconocida, que no volaba, de tanto nervio, la sola risa en medio del barro, la turbulencia y el aislamiento, el deterioro, mosquita muerta que deambula, lo decadente, lo envejecido, que ya no entra en la calabaza, que es esta isla, que es este patio, son estas perras, y el pobre johni, que quizás dónde, entre los escombros, dejó este cuento, de los primeros, tomó sus bultos, por el mapocho, café con leche, que se nos viene, cada mañana, corriendo al metro, metro cuadrado, lleno de rejas y olor a aceite, entre la escarcha destos escombros, por los que mira, así que triste se va entumiendo, todo moreno por la calzada.