jueves, 20 de febrero de 2014

Fin de las noticias del Mundo - Anthony Burgess - p 449

Pero Val estaba deprimido. Se acercaba el final del trayecto. Más valía viajar esperanzado que llegar a la consumación de la esperanza. La cosa era seguir hacia adelante, seguir, seguir. ¿Y ahora qué le esperaba a él, qué a Willet? De repente cayó en la cuenta de que el mundo se aproximaba a su fin. El hecho se estaba introduciendo en aquel compartimiento de su cerebro que se ocupaba de las proposiciones reales y verificables. Más aún, siendo su mente fundamentalmente poética, el hecho estaba cobrando las propiedades de un dato de los sentidos comprimido e instantáneo. Podía oler y saborear el fin del mundo como si fuera una manzana. Dijo:
- ¿Por qué demonios tenemos que salvarnos nosotros?
- Por una simple razón. Porque no es una pregunta que a esos científicos bastardos se les ocurriría plantear ni en sueños. Por eso.
Val no lo entendió del todo. Siguieron el curso del río Smoky Hills, que espumeaba visiblemente como un abrevadero de champán sucio. Inmunidad sísmica, ¿he? No había inmunidad en ninguna parte ya. Una manzana muy agria. Sentia la boca seca como después de chupar alumbre.
-Como decía el vodevil - rezongó Willet -, este debe ser el sitio.

martes, 18 de febrero de 2014

recado confidencial

todo lo que se pudre forma una familia,
pero fuiste más sagaz

en fin,
agradezco los orgasmos
y los sueños sobre el
pútrido escupo,

pero aclaro:
si no me fui a la mierda fue por miedo a encontrarte
de nuevo

lunes, 17 de febrero de 2014

puede tener cenicero,
pero siempre es pobre
 como los internados
las flores y los animales,  
      la vida intensa
o la cumbia de antares,

tendrá circo y será estrellado,
pero se mueve con la gracia de los desayunos al trote,
de los buses apretados,
de las siestas como interno
los quiebres de los breikers,
la filmografía oculta y en ciernes,

y con ello, llena los pulmones de esperanza al ver
la concentración de santiago y lincoyan en sus coches,
lo cerca que están estos de los parlantes
la música en sus caritas
en sepia en el metro antes de partir
con mañas por las mañanas lejos.

Carta de Severino de Giovanni a su novia América - Domingo, 19 de agosto de 1928

Amiga mía: tengo fiebre en todo mi cuerpo.
Tu contacto me ha atestado de todas las dulzuras.
Jamás como en estos larguísimos días he ido bebiendo a sorbos los elixires de la vida.
Antes, viví las horas intranquilas de Tántalo y ahora, 
hoy, 
el hoy eterno que nos ha unido, 
vivo -sin saciarme- 
todos los sentidos armoniosos del amor tan caro 
a un Shelley y a una George Sand. 

Te dije, 
en aquel abrazo expansivo cuánto te amaba, 
y ahora quiero decirte cuánto te amaré. 

Porque el pan de la mente que sabe materializar todas las idealidades elegidas de la existencia humana, 
nos será la guía más experta para resolver nuestros problemas; 
y debo decirte con toda la sinceridad de un amigo, 
de un amante 
y de un compañero, 
que nuestra unión será bella y prolongada, 
gozosa y plena de todos los sentimientos: 
grande e infinitamente eterna. 

Y cuando te hablo de eternidad 
(todo aquello que el corazón ha querido, 
gozado y amado, es eterno) 
quiero aludir a la eternidad del amor. 

El amor jamás muere. 
El amor que ha germinado lejos del vicio 
y del prejuicio es puro, 
y en su pureza no se puede contaminar. 

Y lo incontaminado pertenece a la eternidad.

miércoles, 12 de febrero de 2014

la fiesta socialista - por Anthony Burgess

ésta es una fiesta socialista
sin ninguna canción partidista.
las risas y el juego
no son nada nuevo
para los miembros de cualquier facción.
ésta es una fiesta socialista
con una gotita de alcohólica alegría.
el sabor de la copa
no cambia una jota
el libro diverso de la ideología.
el efecto del whisky, coñac o aguardiente
no es cuestión de política; sino de talante.
Seas un magnate
o un adinerado,
saciar el gaznate
no cambia tu hado.
no necesitamos comité directivo
para que el partido sea efectivo.
Un bocado y un vaso
dan sobrado paso
para estar alegre, contento, animado.
Así que esta noche de fiesta socialista
¡somos el partido más desenfadado!

Yo te amaba (fragmento) - por Aleksandr Pushkin

Yo te amaba.
Y mi amor por ti no se ha extinguido aún en mi alma.
Pero que mi amor no te aflija más tiempo.

No es mi deseo causarte congoja.

Te amé en silencio,
sin esperanza,
a veces con gozo y a veces celoso.
Te amé tan sincera, tan tiernamente.

Ah, quiera Dios que así como te he amado te ame otro

domingo, 9 de febrero de 2014

p

eres todo lo verde de la montaña
y sus cambios
al pasar la luz
siempre distinta

(que yo sé que la sonrisa que se dibuja en mi cara...)

sobre la banca de la plaza de empedrado

ella baila sola
(y muy bien)

miércoles, 5 de febrero de 2014

no creo q vuelva a verla
y eso q come ramitas de queso
y fuma todo el rato

yo intenté seguirle el paso,
pero
respiraba un poco ahogado

no creo que vuelva a verla
no se qué me habrá visto,
pero como yuma,
se fue un día,
corriendo,
pa su casa.

maracuya de la isla

colibrí gigante del cajón
ojitos de cielo y bosques agua
amiga pasionaria amante
re encontrada
y conocida en la voracidad
del alimento este que abrasa


lunes, 3 de febrero de 2014

i am not that stupid little person still in love whit u

jueves, 30 de enero de 2014

el problema hoy no son las grandes alamedas, sino la ausencia de hombres -y mujeres- libres

martes, 28 de enero de 2014

Conmoción en Coquimbo

Esta historia comienza la noche anterior, cuando Cristóbal me comenta que no podrá estar en una reunión porque viaja con los muchachos de la banda Conmoción a Serena. Le pregunté cómo se iban y me dijo “en bus cama”, a lo que ingenuamente agregué “¿y cuánto sale”?. No será la única ingenuidad en el viaje, pero me respondió “Vamos no más”.

El compromiso era a las 10 de la mañana en Balmaceda 1215 y llegué puntualmente.

Cristobal es el manager o productor de la banda. Pero no es cualquier bandido que iba pasando, nos conocemos hace más de 15 años, cuando con mi hermano dábamos los primeros pasos en el rockandroll, ahí mismito en Balmaceda, porque ahí ensayabamos y también lo hacían los Santo Barrio, banda de la que Cristóbal era baterista. Corrían los tiempos del Tumbao Rebelde.

Salimos en el bus cama de la banda, que en verdad no es de ellos sino que se lo arriendan a un hombre que se dedica a trasladar bandas. Nunca había estado en un bus rockero y no tiene mucho de especial, salvo lo malo y regular de las películas y que se puede fumar, pero en el baño. La banda mientras tanto iba medio durmiendo, medio conversando, medio leyendo, medio viendo las malas pelis.

No quise saber nada de ellos así a priori, ni qué instrumentos tocan, ni de qué equipo son, ni a qué comuna representan, solo viajar en un bus donde el extraño era yo, en posición de observante ya resultaba un poco incómodo, así que nada de preguntas. Eso sí, conversamos mucho con Cristóbal, de Santo Barrio, de la edición independiente, de los libros futuros y por supuesto de la banda Conmoción.

Banda que por lo demás se está renovando. Uno de los chicos me comenta que el año pasado fue más bien plano para ellos y quieren que este que nace sea lleno de matices y relieves. Para afinar su sonido contrataron un profesor que comienza a hacerlas de director musical, es un hombre corpulento, afable y de sonrisa fácil que, sin embargo, sabe imponer disciplina e instar a los muchachos a aprovechar el tiempo.

Almorzamos en Los Vilos, linda playa, pero poco rato, hay un itinerario que cumplir. Acá cada uno almuerza como puede y el grupo se disgrega con la instrucción de reunirse a las 3 de la tarde. Luego de comer reineta y tomar cerveza volvemos al bus donde siguen las películas...

Llegamos a Coquimbo pasadas las seis, medio aturdidos por la siesta y el calor bajamos las cosas en el teatro Palace, una antigua y remodelada casona en el centro poscolonial, que cuenta con un teatro formidable, cerca de la plaza y del puerto. Nos recibe la gestora cultural de la municipalidad, encargada de que todos en la banda se sientan a gusto. Ofrecen una pequeño cocavi que los muchachos toman alegremente. Las galletas, frutillas y cervezas pasan susto, aunque también los tés y gatorades. Es una banda grande y de intereses diversos.

Ensayan en el patio de la casona, aprovechando todo el tiempo que queda, pues el pasacalles es a las 8 y por lo general cuesta juntar a la banda entera, por lo que aprovechan de repasar temas nuevos y ritmos aún no registrados.

Acá se nota la mano del profesor que al termino de cada canción le llama la atención a las distintas secciones por que vocean las frases con faltas de ortografía, reaccionan tarde al cambio de ritmo o no corrigen las afinaciones durante el tema. Escúchense es la orden del profe y su enseñanza tiene sentido no solo para la música.

La banda trabaja un montón. Esto dista mucho del estereotipado relato del rockero en viaje. Acá se respira el rock con olor a taller y ensamble. Poco a poco los cabros se van cambiando de ropa y todo toma color.

Dos camionetas nos llevan hasta la parte alta del centro de Coquimbo y comenzamos el recorrido de bajada. El alcalde se apersona y yo, encargado de tirar espuma como challa, fracaso en mi intento de mojarlo: simplemente lo perdí de vista. La gente vibra con las frecuencias que conmueven, salta por escaleras y espacios en los que no sería muy prudente normalmente, las calles se repletan y eso hace que el sonido se apañe, suena notable, se hace muy breve.

Los roudies de la banda merecen párrafo aparte. Si la pega es complicada en un escenario, dada la variedad de instrumentos y artistas, eso mismo caminando y con gente por todos lados es una locura. Además, hay q ir convidando agüita en los intermedios, tirar challa y apoyar a la banda con maracas, huiros y cualquier cosa que haga ruido.

Terminado el show los muchachos de una banda de bronces amiga aprovechan la gente para seguir la fiesta y generar unos pesos para el viaje. Esto alcanza para todos, me comenta el Hueo. Sea propio o no, los rockeros la viajan en bus.

Luego, la organización municipal nos lleva a comer a un restorán pituco junto a la costanera. Mientras comemos, causa hilaridad y comentarios la presencia de Roberto Dueñas, el peluche de Marlén, acompañado de varias rubias y un machucao musculoso. Rica la comida, pero mucho mejor la pichanga que se jugó en la playa terminada la comida. Ahí, además de las dotes futbolísticas de los muchachos (?) se exhibió la capacidad locutora de Robin, que con gracia y despliegue lingüístico narró los pormenores del partido.

Con arena en la cara y la ropa sudada volvemos al bus. Ya es pasada la medianoche y toca emprender el viaje de regreso. A las seis de la mañana nos despedimos, una vez más, frente a Balmaceda.