miércoles, 17 de agosto de 2011

ARTA PARA QUIENES NO VIVEN EN CHILE Y QUIEREN SABER POR QUÉ MARCHAMOS Y NUESTRA RABIA ES UN CARNAVAL , por Pablo Paredes

Santiago, 16 de agosto del 2011

Amigas y amigos de los otros países:

Marchamos ahora, pero el país nos dolía hace rato. A veces uno tiene la tentación de culpar a la geografía, de juntar terremotos y volcanes con el neoliberalismo que nos tiene llorando de pena y lacrimógenas. Pero esto no es como la Grecia en donde los Dioses y los hombres complotaban y se mezclaban; esto es más bien como la Grecia actual, esa hecha pedazos por las políticas del Fondo Monetario Internacional y gobiernos dispuestos a venderlo todo.

Explicaré cómo veo las cosas, amigas y amigos del mundo, me gusta hablarles así, como si todos estuvieran tan cerca. La vuelta de La Derecha al Gobierno -digo Gobierno y no Poder, pues de él nunca se fueron- mezcló heridas viejas con heridas nuevas y evidenció que todo era una misma enfermedad: Los muchachitos y muchachitas se toman la Alameda porque el Neoliberalismo trajo fantásticas cifras macroeconómicas, pero no trajo ni justicia ni felicidad. El Modelo Chileno, que tantos quisieron santificar, rebautizándolo como Jaguar Latinoamericano, se mostró justamente como eso: un bonito bautismo, pero de un niño viejo y horroroso.

Les aclaro sí, pues desde lejos todas las cosas parecen accidentes, que lo que pasa ahora por acá no es un exabrupto del mundo social: Llevamos 3 meses respirando lacrimógenas y esperanza. 20 años se esperó, sin obtener más que maquillajes institucionales, que los autoproclamados progresistas que nos gobernaron transformaran el país. Más de 30 años se esperó que fueran reestablecidos los derechos y la Democracia sin letra chica. Vivimos en una paciencia muy parecida a la estupidez, una de las tonteras más tristes que he conocido y que, de todos modos, nos fue cargando o, por lo menos, nos hizo botar ese ácido que sueltan las baterías abandonadas.

Este movimiento acusa algo que salpica en la cara al ver nuestras ciudades: La distribución de la riqueza es de una concentración escalofriante, el 10% más rico de la población se lleva más del 40% de los ingresos, mientras que el 10% más pobre recibe un monto que alcanza el 1%. El sueldo mínimo es menor que la mensualidad que demandan las eufemísticamente llamadas universidades públicas chilenas. El ejemplar país de la región, es en realidad un país falsificado.

A nivel de educación secundaria, los colegios privados tienen talleres de astronomía y ballet, mientras que en los municipales los encierran con una tele y dicen que están en el taller de “cultura juvenil”. Cuando los escolares marchan con un lienzo que dice “NO AL APARTHEID EDUCACIONAL” no hay ninguna metáfora ahí, ninguna.

Por eso nuestra demanda no es sólo gratuidad sino también calidad. Y el Gobierno, tramposo como es, dice “ok, los hemos escuchado, cambiaremos la Constitución y ahora se garantizará la Calidad” pero no dicen cómo, entonces nosotros tememos que el Gobierno aproveche eso para, en vez de promover un Estado responsable de la Educación, financiar a privados que lucren aún más con la enseñanza. Ay el lucro! ese es otro punto, demandamos su final. Es más, simplemente dijimos, que se respete la actual ley que lo prohíbe y el gobierno tramposo dijo “vamos a transparentar el lucro”, es decir, hacer una nueva ley que lo permita y de pasada dejar en la impunidad a quienes la violaron, entre ellos, el hasta hace poco Ministro de Educación, Joaquín Lavín, uno de lo “inversionistas” importantes de la Universidad del Desarrollo.

Queridos y queridas del mundo, frente a todo esto, pedimos Plebiscito para así dar curso a esta demanda de educación pública, gratuita y de calidad. Pedimos, porque este Movimiento quiere profundizar la Democracia como garantía de igualdad, porque el Movimiento entiende que mientras sigamos regidos por una Constitución fraudulenta emanada desde los cerebros más brillantes y atroces de la Dictadura, el sueño chileno no será más que un folleto engañoso del F.M.I. Porque en este país alguien está ganando mucho con el cobre y no somos nosotros.

Marchamos ahora, pero el país nos dolía hace rato. Marchamos disfrazados, con música, besándonos, sacándonos la ropa, porque hemos tenido que aprender a ser creativos en la subversión para que la prensa chilena no nos criminalice. Marchamos así porque el habernos pegado esta sacudida después de 20 años nos ha devuelto dignidad y, aunque estamos metidos en medio de la rabia, es imposible no soltar la sonrisa y la cadera.

Eso por el momento. Les dejo mil besos como los de nuestras marchas y si andan cerquita de alguna embajada de Chile, no se olviden de solidarizar y tirarle encima nuestra rabia sonriente.

Foto. Héctor González de Cunco

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