veo el turno envuelto en sangre de matronas coloradas,
veo costras en capillas donde fuma magdalena, sorda y meditando remolinos de aluminio que se intuyen en techumbres de pasillos y ladridos.
junto a la virgen, entre ánimas y hojas, jaurías devoran a la niña de mis ojos en el aire de la morgue en que agonizo ya sin grito
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