La ley de pesca se decide a espaldas de la realidad, por ejemplo, con cuotas que no se cumplen por la escasez del recurso y es que en el mundo quedan menos atunes azules que osos panda.
Entonces, en un sentido práctico, la relevancia de quien se adjudica los recursos marinos pasa por los modelos de explotación: por una parte nos enfrentamos a la devastación en menos de 15 años (producto de técnicas como la pesca por arrastre) y por el otro a brindarle a ese dañado ecosistema la posibilidad de regenerarse, aunque en muchos casos ya sea tarde (con procedimientos de pesca artesanal o sustentable).
De todos modos, y apelando una vez más a la realidad, una ley no impedirá que los degenerados del arrastre sigan destruyéndolo todo. Solo se puede vedar lo que nace en la costa, pasadas las cinco millas el desamparo de la fauna marina es mayor que si se tratara de aguas internacionales.
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