catorce mil años de poblamiento americano (desde el sur), España es un accidente en esta historia, un accidente terrible y demoledor, que de paso nos privó para siempre de nuestro lenguaje, secuestrando nuestra expresividad. Desde entonces, la literatura latinoamericana ha debido ser una constante subversión a las prisiones de catorce, once y ocho barrotes, a ese sonsonete estirado y prepotente.
Creo que es importante rescatar el sentido político de la historia externa de las lenguas. En este caso, de la ausencia de una.
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