imprimía libros escuchando en diferido, como se hace en estos lares, a walter martinez en su programa sobre la contaminada y única nave espacial que poseemos, hablar sobre la paz en palestina y colombia.
en eso, entró una tórtola a mi pieza.
la pieza tiene solo un muro y tres ventanales, por lo que podía mirar en silencio desde el taller.
la pobre torcaza supo como entrar, pero no encontraba la salida, chocando siempre con los ventanales, muy asustada.
a ratos se quedaba quieta y en sus ojos monógamos veía el miedo. Entonces me dí la vuelta y abrí completo el ventanal por el que entró.
pero la torcaza no encontraba la salida y se refugió entre una máquina de escribir que tengo en el piso y el ventanal que estaba cerrado, contra el que aleteaba cada cierto rato. Conmovido por la naturaleza y el sufrimiento del pajarillo que no comprende la transparencia del termopanel, me armé de valor y entré a la pieza sigiloso.
Al segundo paso el ave las batía de nuevo contra el vidrio y yo asustado me detuve. Cuando la tórtola se tranquilizó, ya estaba corriendo de a poquito la ventana y tras un segundo de silencio salió.
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