lunes, 12 de abril de 2010

uranio disperso

sampleando poemas ajenos, recitando de oidas.

¿cómo eran las palabras de tu amiga, esa luna que no es nueva bajo el velo con encajes y lunares sobre el rostro que azorados disimulan cardenales de nostalgia y misticismo, que recuerdan que a los palos, dando tumbos aprendimos que no hay caso en la figura de una pena resilente vigilada desde el cielo por las aves zionistas?

Pueda ser que el sol sea reflejo en las particulas de polvo,
y la foto se desvele
o que un resorte rompa un vidrio reflectante y malas fotos siete años.

Pueda ser que el sol sea reflejo,
y que el velo cardenales al agüaite de lunares contragolpe de la musa que se venga,
son amigos olvidados por sus manchas en pulmones,
en presidios,
son sus alas mutiladas por las jaulas medio pollo
tomó un río y fumó el polen que florece en el desierto y camanchaca,
con los dientes apretados dice cosas mientras duerme y luego anota
¡es tanto el tiempo, pajaritos que discuten plan de invierno!
ya está bueno de ésta vida inconexa y convulsiones del encierro,
polvo extinto al reventarse capitales
tan ajenos como el verso
al que acudimos como al cerro en maremoto,
como al búnker en bombardeo,
como al trago cuando hay problemas,
desvelados como fotos con smog
tras la cubierta que es el velo
hay moretones incurables,
permantentes,
corazón en bandolera no da tregua ni hay sosiego en las palabras que repito en mi cismado,
boquerones amaranto,
cardenales tras furtivos intercambios de epicentro replicados en paredes que hoy no tiemblan:
telarañas de a poquito van secando sus humores de lamentos.

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