en la lunática espera de un sol que alumbre las caritas tostadas todas por lo que viene,
la luz que viaja a su ritmo centellea más que apapacha las miradas,
clavadas en la calma que respira de a poquito,
más abajo,
más despacio,
nos llama la madre que hoy no sangra,
desde que se partió la tierra cerca del mar con sus olas que se tardan ante el juego de las dudas,
las dudas siempre las dudas y el temor amor de saber que no nos conocemos,
que heredamos lo que hurtamos,
los pequeños, las ranitas,
el hijo que no tendremos,
el calor del fuego de un hogar que ya no existe,
de la leña ya quemada,
de un lugar que abandonamos
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