martes, 25 de septiembre de 2007

el topo.

Resfriado, pero de buen humor piensa aún en esas pastillas verdes para el día y azules para la noche que consume y que junto a lo otro hacen cada vez más torpe la alegría que queda; esa fogata de amor que se apaga, nunca, nunca vida mia pienses eso. Quisiera volver a bailar contigo esas tonadas, conciliar esos amaneceres, no despiertes, mas si llama está fuera, observa receloso el retrovisor, constrito, con una flojera desconcertante.

Ni siquiera se anima a bajar la ventanilla, a pesar del mucho calor. ¿Dónde estarán esas malditas nubes?. El otoño parece durmiente. Ya no quedan farmacias y eso que eran dos soperas cada ocho. Años atras, tomar tu mano, robarte un beso, ¿eris callejero tú?, callao el loro entonces, aún así lo que ayer era amor se va volviendo otro, continuaba por horas el soliloquio de la navaja y el tierno bistec. Lo peor de la búsqueda es lo eterno de la espera, pues siente que tiene tiempo para internarse en lo peor de sí, en medio del silencio, en la mente. Después del extásis el arrepentimiento, ¿cómo se traduce suspicius?, pero en la total ignorancia, ¿se entiende?

Se iba haciendo hora de parar a servirse algo. Hay olor a humo en el aire, es temporada de incendios, no le aterra el fuego, pero si la ceniza. Prefiere abortar por ahora la idea de comer, conoce esta zona.

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