miércoles, 8 de agosto de 2007

Minimo Común (Parte dos)

PARTE DOS: Donde continua el periplo -según la brujula- al norte.

Demás está decir que no hay cine en este mundo sub microscópico, de modo que sólo podía recordar las viejas secuencias y decirle una y otra vez al buen negro Sam que las toque de nuevo, digo, A kiss it´s just a kiss y esas cosas...
La camioneta ya era vieja cuando nos conocimos, ¿recuerdas? fue en invierno, ¿te acuerdas de ese año?
-¡Ven y sacúdemela tú!- gritó en un oxidado castellano a una tropa de monicongos que pasaba en un curioso vehiculo con ínfulas bastante sofisticadas, que con el claxon saluda su verga a favor del viento y ríe, por primera vez en mucho rato y piensa que en la carretera sus actos se ven seriados, las necesidades se reducen en cantidad y se amplían en el tiempo, ocupando en definitiva todo el espacio en su mente; viajar es un ejercicio abrumadoramente cotidiano, a no ser que se cuente con Corin Tellado o Sandokan, o alguna historieta para hojear y luego compartir, porque de eso se tratan muchas veces los viajes. De todos modos, aquí no había nada, ni nadie, nadie más que aquel impasible can, un lebrel de trigos deslavados del que os daré adecuada cuenta más adelante, si que lo haré. Por ahora que os baste con saber que aunque el perro tiene muchas virtudes, no sabe leer. Vaya uno a saber si sea para mejor.
Además del perro y los monicongos del vehiculo turquesa, hace tiempo que no trataba con nadie, pero al menos tenía la radio.
-Sintonizó casualmente una emisora de rancheras, que no cambió hasta perder la señal. Las señales de radio, si bien perceptibles, eran bien frágiles. Luego halló tres radios evangélicas para entonces dar con un noticiario. Puso al más moderado de los pastores, aunque a volumen bajo y con las ventanas de la Ford roja del setentaysiete abiertas. Atardecía, aunque no por eso hacía menos el calor; un calor seco. El sol le entraba por las heridas que aún conservaba en la cara y se sentía un poco hediondo. Cambió la radio, apareció una canción antigua, a propósito de Todas las fiestas del futuro, por Velvet Underground. Sonrió de nuevo y pensó que podría volverse una costumbre. Su rostro parecía aliviado, sin duda asistiría a una gran fiesta, aunque no podía fiarse de sus resultados. Ella estaba tan lejos, los años la habían vuelto tan inalcanzable. Pensaba en el joven Werther y en lo estupido que se veía conduciendo por el desierto sumido en tamaña irresolución.
¿Y si no fuera cierto que está más allá? porque sólo se trata de un dato; todo este viaje no tendría sentido. Nunca debí dejarla partir sola; debí vaticinar que el más mínimo error de cálculo supondría enfrentar descomunales distancias y desconocidos enemigos en el sólo afán de encontrarte en el universo diminuto.
Es un milagro que el aparato de la vieja Ford, una casetera AM-FM captara a esta escala las señales de radio del mundo en que fue construida; el mundo humano del que provengo. Supongo que por eso es que nunca oigo los noticiarios.
Para escuchar las emisoras de estos parajes microscópicos –que también las hay- se requieren unos aparatos similares a mi vieja casetera, pero –supongo- programados para otras frecuencias. Aún así, no era extraño, al pasar a servirse un trago a un bar lleno de criaturas de diversa índole, algunas de estas bien similares a las caderosas mujeres de calle Mapocho, oír versiones de sonoros éxitos de Marco Antonio Solís en algún imbricado idioma, lo de las lenguas fue uno de los grandes problemas con que había debido lidiar en estos años.
-uf. Es tan complicado todo ahora. Supongo que creerá que le falle, que por mi culpa quedó a la deriva y ha debido valérselas por sí sola, que la mire ahora, que ya nada queda de la inocente niña enviada por mis caprichos a un mundo de barbarico y desconocido, y que aún así había impuesto sus términos. Que lo cierto es que yo nunca la quise, y todo fue una trata para librarme de ella, que soy muy torpe o que los años en la cárcel son muy poco en relación al martirio que ella ha vivido.

FINAL DE LA SEGUNDA ENTEGA DE MINIMO COMÚN
PRONTO APARECE LA TERCERA, NO TE LA PIERDAS.

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