"debió ser terrible para que lo odiaras tanto, abuela", te atreviste una vez a preguntarle mientras estaba sentada en el sillón acariciando a su gato. Te miró durante un par de segundos y después se quedó mirando el vacío. Con una voz lenta y fantástica que no parecía la suya, dijo: "no, hijo, fue un hombre encantador. Pero se fue, los buenos siempre lo hacen. Es la basura la que se queda. Pero siempre se odia más al bueno que se va que al malo que se queda".
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