sábado, 2 de octubre de 2010

testimonio de circunstancias

por esos días le había tomado un miedo terrible al teclado. en buena medida, todas las represalias fueron soslayadas, pero aún conservaba esa pequeña incapacidad de mover los dedos, como si algo anduviera mal con las articulaciones y la muñeca. tal vez dormía con los puños cerrados, o golpeaba muros en borracheras. La cosa es que escribir le dolía.

por esos días recién lo habían despedido, es cierto que tuvo cierto margen de negociación, pero la verdad es que salió con poco, -lo bueno es que no tengo nadie que de mi dependa, dijo vagamente cruzando san antonio por la alameda. de los motivos de su despido no quiso hablar más, dos muchachas inocentes, dos policías, cuatro editores, un número x de agencias de inteligencia(?) y el hilo que se corta por lo más delgado. todavía no terminaba de ser 'el nuevo' y ya se marcha como 'el breve'.

le dolían las articulaciones, sobre todo sobre las teclas, sin duda no eran dedos para piano. le dolía la muñeca fracturada cuando crío, al huir de una patada paterna. le dolía la semana, todo se había arreglado para bien y pintaba para final feliz, pero sospechaba.

para pasar las penas se fue a ver a su equipo al litoral, leyó comics y oyó temas, se encontró con los amigos y fumó su tabaquito cantando melodías negras, blancas y negras.

aquí la historia se pone confusa, amores a destiempo re encontrados con error,  aunque si algo siente que le debe es valpo y lo lamenta. pero vamos por parte, pensó taimado en la casa de su tía en playancha, -es natural que me duelan las manos, dijo para sí, en la torpeza de su gesto cuando la danza.

de regreso a la soledad y la culpa se sintió cristiano de ejemplo, pero le dolía el teclado, los dedos y la muñeca. leyó más cómics y vio noticias, jugó con su perro y salió a trotar, pero le ladraban las manos empuñadas cuando dormía.

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