miércoles, 8 de julio de 2009

así se fue

el Mapocho se murio de repente, aunque si uno mira en la diacronia, estaba bien mermado mi compadre, igual pensaban esa tarde llevarlo al vetrinario, pero a mi madre le daba verguenza que fuera todo cochino y lleno de dreadlocks como estaba, así que lo bañó y le cepilló el pelo. También le cortó un poco ("la pinta es lo de menos... sos un Mapocho bueno"). En ese cortar el pelo, le pasó a llevar la orejita, lo que precipitó el viaje al doctor. Ahí fue que quedo la escoba. Mi perro, que ya no saltaba la reja chica esa que antes cruzó con parsimonia, que se caía a veces cuando entusiasta salía a ladrar, el perro de mi mami, que hoy no tiene quien le ladre, tenía un tumor inmenso en la guatita, y por eso tan enfermo había estado en el pasado, cuando incluso reiki hubo que hacerle, por eso los peos tan hediondos, tan lindo se veía cuando al auto lo subieron, con los ojos tan re tiernos, tan confiados de cariño; pues fue él quien nos eligió y por eso nos defiende, patiperro como era, callejero, varias veces magullado regresaba por las tardes, exigiendo a ladridos, en la puerta, que le abran, que ha llegado, invitando a las viejitas que pasaban a que toquen, que hay un perro canceroso que se ha ido, con su manta naranjita, lo enterramos, en un oyo que con Pablo silenciosamente hicimos, esperando a que llegara el mapochito, recién muerto, calentito que venía todavía mi viejito. oscurecía y comenzaba a llover.

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