Cola de ballena
lengua cocodrilo
flota entre bruma y
aire espeso
sábana pérdida
aguja de escorpión
de agua
libra por libra
despreciando a la
fortuna
blandiendo un acero,
con el estomago
lavado al viento,
burlándose del
cielo
¡Qué se hunda el
océano!
Y me coman los ojos
los pájaros negros
y se llene de viento
la palabra empeñada
¡Qué naufraguen
los mares!
en peñascos que
prometen olvido a quienes los viven
en golpes precisos,
reiterados hasta el hartazgo entre la espuma
haciendo espuma
escribiendo espuma
con la boca
habría que aprender
a hacer nudos
y volverse un poco marino
y como los payasos,
besar, partir y amar
en cada puerto,
pero odias los
puertos
y no tienes corta
plumas
ni conoces el
lenguaje de banderas
ni el de señas
ni el de las caras
pintadas,
arlequín,
habría encontrarte
entre estos papeles que cortan
e irse por su filo
cantando eso de
'y reír y reír y
reír'
como el romántico
ante el abismo,
pero con los ojos
chicos,
habría que dejarse
caer desde el palo mayor,
sin que nadie grite
hombre al agua
ahí donde
estacionan las bicicletas blancas
como la ballena
y varar ahí
mamifero
donde se junta el
Leteo,
con el mar que es el
morir
pero ni el mar ni el
río somos los mismos
que se venga la
tormenta
que se venga
la noche es la musa
que se venga
que naufraguen los
mares
y se estrellen en la
felicidad de las piedras
como las burbujas al
abrir la botella
como un murmullo
en la arena gruesa
en la blanca arena
hirviendo
el agua, el mate
el soliloquio en la
recámara
porque lo que se
siente en la guatita al mirar el horizonte
es también la
emocionalidad de los vengativos dioses
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