lunes, 5 de diciembre de 2011

El Hombre del planeta gol III (o la importancia de llamarse humberto)

Dentro de las miles de cosas que pasaron después del 27 de Febrero del terremoto, siempre me acuerdo que ese día en la tarde estaba frente a una televisión portátil -de dos pulgadas- que tenía el papá del J, un amigo punky que vive al frente de mi casa.

Para poder ver tele caminamos hasta la gran avenida y después como seis paraderos hacía el centro. En la calle San Miguel terremoteado y bien borracho, caras rígidas y silentes, todos acusando el golpe, la gente se entretiene tomando, casí 30 grados y muchas botillerías.

2 lucas cada doble A para ver noticias y cachar que onda lo que había pasado, debería estar la escoba, seguro, sabíamos por la radio del hoyo comunicacional que había desde talca hasta temuco, pero cómo dimensionar el desastre sin imágenes.

Porque luz no había y podían entibiarse compramos más cervezas. Ah, y un diario leído a 200 pesos.

De vuelta a la pantalla, la única noticia internacional vino desde españa, pero no de Zaragoza. Sé que humberto jugaba de visita porque llevaba la casaquilla de recambio, amarilla fosforescente como la del dortmunt.

Esa tarde hizo dos goles, le pusieron amarilla y se la quitaron. De pasada, sacó chapa de crack en la ciudad del viento pues con sus goles estaban fuera de la zona de descenso. Aunque eso es accesorio, pues la carrera europea de humberto duró seis meses y más que nada fue sacarse el empacho.

No pudimos leer la leyenda porque la tele era muy chica, pero el locutor la dijo y quedamos perplejos: el hombre fue el primero en enviar abrazos desde afuera, cuando era imposible comunicarse, y lo que dijo fue muy simple, estaba ahí alentando de vuelta a todos los que siempre le cantamos.

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