domingo, 12 de agosto de 2007

Minimo Común (Parte tres)

Parte tres: señales de ruta.

Si supieras lo que han sido estos años. Lo primero fue intentar rescatarte, pero pronto me percate de que no eras prisionera sino de mi incapacidad de hallarte. Regresé en busca de materiales para optimizar la operación, a saber: la camioneta, unas linternas, tres escopetas del doce, dos revólveres Colt y un Smith & wesson; seis cajas de municiones para cada fierraje; tres machetes, cuatro juegos de servicio, tres cajas de petardos, un set de cocina, dos kilos de charki y varias provisiones extra. En eso estaba cuando llegó la policía preguntando por ti.
-¿Tiene pensado huir a algún lado?- inquirió presuntuoso el sargento, al ver la camioneta lista y montada en la adaptación que debí operar en la máquina original para poder reducir todo lo necesario.
Les explique lo que había sucedido y me pusieron bajo custodia. Los detectives dijeron que te había desmaterializado, tras haberte empleado irresponsablemente en un loco experimento. Carabineros señaló que mi interés real era la elaboración de un arma y que en medio de mis oscuros propósitos y como prueba evidente de una mente perturbada no encontré nada mejor que ocuparte como conejillo de indias.
Yo avanzo por el desierto, pongo el oído en la pura circulación, en el funcionamiento del motor, el aumento de las revoluciones por minuto y el lubricado friccionar de los pistones, otorgando paso a lo que se nos viene, sin destino.

Éramos unos niños para la convención científica en Valdivia; todos se burlaron de nosotros, los muy ingenuos, ¿te acuerdas? Que estábamos obsoletos, y por ende los términos de nuestra investigación estaban errados, que era retroceder casi un siglo en el desarrollo tecnológico, y que era un chiste. ¿Te acuerdas de las bromas, cuando dijiste eso de las posibilidades de recorrer el universo en un perro? Como ladraba ese auditorio. Sin embargo, pese a la vergüenza y los problemas, supimos mantenernos unidos y desarrollar en silencio nuestro trabajo.

A veces en las noches oscuras, ya tarde, escribo junto a la ventana y temo que alguien rompa el vidrio y me acribille, o que simplemente este allí, al otro lado, mirando, tan visible para mi como viceversa. Entonces imagino mi cara de espanto y ni a palos miro la ventana; prefiero seguir recordando y conduciendo.

FINAL DE LA TERCERA ENTREGA DE MINIMO COMUN.
PRONTO CONTINUA.

2 comentarios:

Rodrigo Retamales dijo...

buena hiena, que bueno que escribaes narrativa, pense que solo la hacias al verso. hace un tiempo me contaste de "minimo comun" (camino a la july). la lei, me parecio interesante, entretenida, le puedes limar algunas cosas, pero esta buena, me gustaria seguir leyendola. (¿es cuento o novela?) RUCIO

el enemigo dijo...

folletin,
cariños a la prole.