miércoles, 1 de agosto de 2007

El hombre del planeta gol (parte I)



Lo único que sabiamos, y de historias contadas por viejos era que algún día iba a regresar, y que para entonces tuvieramos presente que el area es su habitat y el gol su alimento. Cuando apareció, traía un traje que disimulaba mal el largo viaje hasta nuestras baldías tierras, sin embargo, junto a Domae, mi esposa, no ibamos a percatarnos de ello hasta años después. La recepción fue austera, por una parte, no hubo anuncios sobre la llegada de un nuevo mesias de las redes, y por otra, a estas defraudadas alturas, la novedad desataba no mucho entusiasmo.

aún así, ver la llegada de una nave de otro planeta no es pan con huevo. No se parece en nada a algo que uno alla visto antes, como que se quema un poco parte del entendimiento, algo a lo que uno siempre se resiste y quiere salir corriendo lejos, o tararear alguna melodia, que es casi lo mismo a que nadie se acuerde de uno, o que no sepan quien se es, bueno al cabo, quien lo sabe. Afortunadamente y aunque el precipitado aterrizaje de la nave me pilló por sorpresa, llevaba mis gafas de sol, en verdad impresindibles desde el inicio del colapso de nuestra enrarecida atmosfera. Las gafas se habían vuelto "implementos de primera necesidad", un producto escaso y por el que se paga mucho dinero, tal como el gol. Gracias a las gafas pude ver todo lo que ocurrió en ese momento, de otro modo el resplandor con forma de huevo no solo me habría impedido ver lo que miraba, sino que me habría cegado total y definitivamente.

Según cuentan los antiguos, el hombre venido del planeta gol es resultado de un doblez de tiempo que produjo una replica en otro lugar del espacio de toda una civilización basada en la información genética un eximio goleador chileno vendido al extranjero, desaparecido en misteriosas circunstancias. Para mi, mi esposa y el común de los mortales eso era sólo una leyenda, una historia para niños asustadisos y viejos en trajes antirradioactivos predicando el apocalipsis, pero ahí estabamos, abrazados mirando avidos el objeto que cayó a unos 40 metros del granero.

Nunca pensamos que eramos instrumento de... bueno, como con Domae nunca pudimos tener hijos, tomamos la llegada de Humberto como una bendición de los dioses y decidimos mantener el silencio. Desde ese día criamos al pequeño llegado en el ovoide del espacio, como si fuera un hijo propio, aunque desde el comienzo mostró una sorprendente predilección por la pelota y las papas fritas.

2 comentarios:

cabellosdefuego dijo...

O.O
MUPPETS ASESINOS!
PURA ONDA, LOCO!

Unknown dijo...

tal como la matriz, como los sayayin, como la pastilla anticonceptiva, la gallina de los huevos de oro... a lo depredador, como cargamento recien llegado del puerto
quien mas que el, predatooooooor